Inmigrantes de ayer y hoy: el aporte extranjero en Valparaíso
La ciudad más multicultural de Chile ha recibido durante siglos a franceses, italianos e ingleses. Hoy, los forasteros provienen de más cerca, y aunque reciben un trato distinto, se la juegan por alcanzar la estabilidad que tanto añoran.
"Imagínese un país quebrado, los precios suben y los sueldos bajan, no hay trabajo y la delincuencia se vuelve un hábito. No queda otra opción que tomar todas nuestras pertenencias e invertir los últimos pesos que nos quedan para subirse al próximo avión", señala un inmigrante.
Esa pesadilla es la que vive cada inmigrante que decide dejar su patria en busca de un mejor estar para su familia, y Valparaíso sabe de muchas de estas historias de almas desesperadas que buscan un puerto para refugiarse.
El siglo XIX marcó la primera etapa del amplio flujo de inmigrantes, principalmente europeos, que llegaron a Valparaíso, coincidiendo con la libre apertura de comercio decretada en 1811, lo que le abrió la puerta a ciudadanos que escapaban de la guerra y las primeras crisis económicas mundiales.
"Con esa ley pudieron llegar a comerciar, cosa que no se podía hacer en la colonia. Eran principalmente británicos, que era la gran potencia del mundo. Después llegaron alemanes, y de otros países europeos", comenta Esteban Collins, descendiente del inglés Michael Collins, quien llegó a Valparaíso para instalar su negocio de exportación de cobre, cáñamo y salitre. "Por eso que Valparaíso se transforma, de una caleta que era, a el puerto más importante de todo el Pacífico sur. Con la llegada de los inmigrantes se desarrolla el puerto, y ahí se empieza a desarrollar Valparaíso", explica Esteban Collins en relación al aporte del primer grupo de extranjeros que llegó a la ciudad puerto, antes de que fuera tal.
Durante esos años, se empieza a forjar la identidad de Valparaíso, pues los franceses, españoles e italianos que arribaron, comenzaron a echar raíces en la ciudad, formando familia, asentándose en un hogar definitivo e impulsando la cultura entre la comunidad. "Algunos se quedaron para formar familias que hasta el día de hoy existen en Valparaíso y Viña del Mar. Se formaron muchas instituciones, ya sea bomberos, colegios y bancos. Fuera del aporte comercial se produjo un choque cultural, porque trajeron lo que son las iglesias protestantes, los masones, el libre pensamiento e incluso el arte, porque llegaron los primeros pintores y escultores, así se encontraron con una ciudad tan especial como esta", cuenta Esteban Collins.
Un siglo después de esta etapa llegó Juan Viacava, cuyo emprendimiento dio nacimiento a una histórica tienda porteña, que se mantiene activa hasta el día de hoy: La Bandera Azul
El mítico local ubicado en la esquina de Cochrane con San Martín, es manejado actualmente por Carlos y Claudio Viacava, hijos del dueño original, quienes mantienen vivo el legado de su padre.
"Ellos llegaron el año 1919, desde la parte de donde llegaron casi todos los italianos que viajaron a Valparaíso, desde Genova. Específicamente, mi papi era de un pueblito muy bonito que queda a unos kilómetros de Genova", comenta Carlos Viacava y agrega: "Ya hace años que venían saliendo muchos genoveses, como a los primeros les iba muy bien, se dieron cuenta de que había oportunidades", cuenta Carlos.
"Gracias a él, su empuje, y su carisma, La Bandera Azul fue creciendo y ahora estamos tratando de mantenernos a pesar de lo difícil de esta época en base al esfuerzo y poniéndole el hombro", comenta Carlos Viacava, mientras la foto de su padre descansa en uno de los pilares.
El sueño americano
Un caso muy distinto es el de los actuales inmigrantes que llegan en masa a Valparaíso desde Perú, Colombia, Haití y Venezuela.
Reciben otro trato, vienen con menos recursos, y con una incertidumbre total en sus futuros.
Hace un mes llegó a Valparaíso Gildardo Aguirre junto a su familia. Escapó de la crisis colombiana, y luego de un tiempo viviendo en Santiago, prefirió buscar una lugar más tranquilo y encontró en Valparaíso la estabilidad que buscaba.
Hace diez días inauguró la pastelería "Frespan" (Argentina #609) donde enamoró a los porteños con sus coloridos y exóticos pasteles que ofrecen el mejor sabor de "el caribe de Sudamérica".
Respecto del trato del porteño, Gildardo dice que ha sido el mejor que pudo haber esperado, y no tiene dudas de que acá se quedará por un buen tiempo. "La respuesta ha sido muy buena, gracias a mi dios que nos ha ido muy bien en estos días que llevamos acá, y la gente ha sido muy cálida con nosotros", comenta el cafetero, quien da trabajo a compatriotas, otros extranjeros e incluso a porteños.
Respecto del tema de la inmigración, dice que se trata de personas que se las rebuscan para encontrar un mejor pasar para su familia, y pide comprensión para la gente que está en su condición.
"Aquí nosotros venimos a trabajar, la pastelería la abrimos de domingo a domingo, no tenemos tiempo para descansar porque queremos mantener a nuestras familias y mandar dinero a familiares que se quedaron allá. Afortunadamente a nosotros nos ha ido muy bien, y vamos a seguir esforzándonos para que eso siga así. El que viene a delinquir le va a ir mal, pero el que viene a trabajar le va a ir bien, porque acá en Valparaíso encontramos muchas oportunidades. Estamos felices de venir, fue la mejor decisión que pudimos haber tomado", menciona Gildardo con una sonrisa rebosante.