Mirian Mondaca Herrera. - La Estrella de Valparaíso.
Ronald Peña hace un pique por la banda izquierda y llega hasta la línea de fondo contraria, pero el oportuno cruce de Demmis Calderón impide que su intento ofensivo sea exitoso. Exhausto después de una de sus habituales escapadas con la pelota pegada a sus pies, uno de los dos alumnos colombianos del taller de Futvalores de la escuela Alemania de Valparaíso, se seca su cara con la camiseta y va otra vez por un nuevo intento. En la línea defensiva se queda Demmis, esperando por su adversario.
Ese choque entre chilenos y colombianos, que hace dos días tuvo como escenario el Estadio Metropolitano Roberto Meléndez de Barranquilla, se repite cada lunes y miércoles en la cancha de baby fútbol del patio de la escuela porteña. Pero, acá no se pelea por los puntos y la palabra rival sólo existe mientras se disputa la pelota, porque una palmada amistosa en la espalda junto a un "buena compañero", es la reacción habitual tras los entrenamientos.
Sueños de niño
A sus cortos 14 años, Ronald tiene una meta clara en su cabeza: ser jugador de fútbol profesional y, por qué no, vestir alguna vez los colores de Colombia. Su ídolo es Juan Guillermo Cuadrado y quiere ser como él, jugar en la misma posición y los mismos equipos. Con 13 años, el porteño Demmis tiene el mismo sueño, pero con diferente tono: vestir camiseta chilena siguiendo los pasos de Gary Medel.
Ambos son futboleros las 24 horas del día y sólo el tiempo y las oportunidades dirán si llegan a cumplir sus metas dentro de una cancha. Sin embargo, con los seis meses de entrenamiento que llevan siendo parte de Futvalores, han cumplido a cabalidad los objetivos del proyecto. Los dos adolescentes se felicitan por el esfuerzo puesto en el partido que acaban de disputar, mientras Demmis asegura que "me gusta esto porque hacemos muchos amigos y aprendemos a ser buenos compañeros".
El resultado de Futvalores está a la vista, y en gran parte el éxito de este proyecto en la escuela Alemania es responsabilidad de su monitor, Cristóbal Alvarado. Desde el año pasado conoce a estos adolescentes y desde abril que trabaja con ellos para esta iniciativa que tiene su origen en la Iglesia La Matriz y que cuenta con el apoyo de Duoc UC sede Viña del Mar y Santiago Wanderers.
La evolución en la conducta de los casi treinta menores entre quinto y octavo básico ha sido notoria. Eso lo tiene contento. "Los chicos se apoyan, se dan ánimo, han aprendido a ser mejores compañeros y controlar su rabia cuando la tienen. Además, procuramos que ellos adquieran compromisos tanto dentro de la cancha como en los estudios", finaliza Acevedo.