Carreras a la chilena: tradición campesina en el cerro Rodelillo
Descubrimos parte de lo oculto en la altura de la Ciudad Puerto, historias que comenzaron a gestarse desde hace dos siglos en Valparaíso. Conocimos el oficio del partidor de carreras y las motivaciones de un joven competidor porteño.
El partidor da el grito cuando los dos animales van parejito sobre la improvisada pista de tierra, que se divide en dos con una cuerda que indica el inicio y el final de la carrera a la chilena: la meta.
El triunfo, el orgullo y una cuantas lucas, todo eso se pone en juego en la competencia. Pero aquí señoras y señores, se corre más que nada para honrar la tradición.
Parecen dos balazos disparados hacia el mismo blanco y al mismo tiempo. Los jinetes se hacen uno con sus caballos. Como si fueran un solo animal sediento de velocidad. Una hermosa máquina de fibra, músculos y puro corazón. Se convierten en un ser que en los breves segundos que dura la carrera, despilfarra una energía que penetra en los espectadores enfervorizados mientras lanzan gritos de arenga a sus favoritos.
Fin de la carrera. Una nube de tierra queda pendiente en el aire. Pero la imagen difusa del ganador es esclarecida por quien tiene la misión de entregar el veredicto. "Ganó sobrado el Mulato y su jinete Michael Mery", determina.
Pasión heredada
La pasión de Michael por correr con los caballos comenzó cuando era un niño de 5 años. "Toda mi familia tiene caballos", asegura agregando que es una tradición que se va heredando de generación en generación.
Su madre se une a la conversación mientras el joven corredor de 20 años le saca la montura a sus caballos. Ellos pertenecen al clan Ahumada que actualmente viven en la población El Folclore de Rodelillo, donde se ubican los corrales cerro arriba de los caballos que están a cargo de don Danilo Ahumada. ÉL, además de dedicar gran parte de su vida al cuidado de los animales, ejerce el oficio de partidor de carreras a la chilena.
"Es que a nosotros nos gustan los animales. Tenemos tres yeguas: la Duquesa, la Aceituna y la Buenamoza. Nos preocupamos de darles su comida y que tengan todos sus corrales bien cerrados. En las noches las abrigamos para que no pasen frío. Pero hoy Michael corrió con el Mulato que es del tío Danilo, y ganó", cuenta la madre.
Si algo que destacar de las carreras a la chilena, después del amor por los animales, es que es una actividad de recreación que reúne a la familia. Se pasan la voz y llegan en masa hacia el sector alto de Rodelillo, a los terrenos aledaños a la Universidad de Viña del Mar. Se prenden las parrillas, se encumbran los volantines, suena la música desde algún vehículo generoso y lo pasan chancho.
Y como tener un caballo "bien mantenido" tiene su costo económico para éstas humildes familias porteñas, con justa razón aprovechan algunas de las apuestas que los asistentes realizan en las carreras.
"Mi hijo no se deja la plata que gana cuando corre para él, compra todo los que los caballos necesitan. Comida, vitaminas, sus herraduras, los remedios cuando se enferman. La otra forma de mantenerlo es cuando uno tiene yeguas. Lo que yo hago es que me voy quedando con los potrillitos y vendo a la mamá cuando su cría está en edad".
Adrenalina pura
El triunfante Michael deja impeque a sus caballos, luego de unas cuantas caricias cómplices se reincorpora a conversar con La Estrella. Dice que cuando corre y compite siente una gran adrenalina.
"Me pongo contento, sobre todo cuando gano. Pero si no gano, igual. Las carreras a la chilena te enseñan que también hay que saber perder. Es pura entretención y a veces también corremos a beneficio de quien lo necesite".
"¡Después vai a tener que dar autógrafos!", bromea su tío Danilo Ahumada, el respetado partidor. En un cuaderno rojo anota las carreras y los ganadores de la jornada dominguera, entre otros datos que sólo él conoce.
Desde los 13 años don Danilo miraba cómo su padre cuidaba sus caballos. "El que quiere aprender es curioso", afirma. "Los animales se llegan a querer como uno más de la familia. Los ves nacer cuando pare la yegua. Mi primer caballo fue la Mulata, la compré cuando tenía 19 años y me ha dado 12 crías. Pero ya está viejita, ya no se cruza más, ahora ella tiene que disfrutar".
El partidor
Por su oficio como partidor de carreras a la chilena, don Danilo fue invitado a exponer en el ciclo de oficios olvidados de la Biblioteca Severín, donde fue entrevistado por el escritor Cristóbal Gaete.
Allí nos enteramos que llegó hace casi dos décadas al cerro Rodelillo. Y en su desplazamiento desde Santos Ossa trajo consigo los animales de su familia. En el cerro se encontró con la tradición de carreras a la chilena, lo que permitió la reactivación de la práctica en las Lomas.
Durante estos años decenas de personas se han reunido a correr a la chilena, pero no han podido hacerlo todos los domingos porque deben esperar que la autoridad no aparezca, alertada por los vecinos que no comprenden el arraigo de esta práctica,traída por la migración campesina que pobló el Almendral y sus cerros desde mediados de siglo XIX.
Cuando pueden correr, Ahumada oficia como partidor, un rol fundamental para el desarrollo de la actividad ya que mide en las primeras decenas de metros -que en total son 200 metros aproximados- si efectivamente pueden competir los dos animales.
"Yo me gané el respeto de la gente que participa siendo como soy. No soy pasado pa' la punta ni digo garabatos".
Códigos a la chilena
El partidor explica que las carreras son entre parejas rivales. El dueño de un caballo desafía a otro: "Te corro", es el código que desencadena el duelo de velocidad. Y si acepta el reto van a la carrera.
Cuando llega el día, cientos de personas se congregan en la parte alta de la ciudad Puerto, por ahí donde una vez estuvo el papa Juan Pablo II a fines de los 80's. No se necesita invitación formal, se pasan la voz y ya. El que sabe... sabe.
Una vez ahí, todos ayudan a preparar la pista. Nadie quiere que un caballo y su jinete se accidente. Además, casi siempre son los hijos de los dueños de los animales. Hombres precisos para correr, delgados y buenos para la huasca. Que ya casi no montan a pelo como en la génesis de las chilenas. Al parecer esta práctica fue cambiando por razones de seguridad. Así que algunos prefieren utilizar montura, otros un saco o lo que más les acomode.
Mientras, los niños corren con enormes ramas de árbol tratando de alcanzar un tesoro hecho de papel volantín que se venga cortado desde el cielo.
Huasos acampados de cerro van con su atuendo completo: chupalla, poncho, espuelas. Los que rara vez bajan al plan porque toda su vida gira en las alturas porteñas. Los mismos que se lucen para la ceremonia del 21 de Mayo, Fiestas Patrias, la Fiesta de Cuasimodo, entre otras tradiciones.
Olvido
A las carreras a la chilena se le atribuye una condición de "ilegalidad", pero para Danilo Ahumada eso es por puro desconocimiento. No sucede así con el rodeo chileno, considerado deporte nacional y que actualmente está siendo cuestionado por el maltrato al que son sometidos los novillos.
"En cambio nosotros no somos reconocidos por la autoridad. Por eso yo creo que esto se podría acabar porque no tenemos espacios formales para realizarlo".