Abuelito de 84 vive en una caseta sanitaria tras incendio
Don Carlos Olivares lo perdió todo hace dos meses cuando las llamas consumieron la casa que habitó por más de 50 años en el cerro Placeres. Los vecinos le llevan comida y le dan electricidad, pero él necesita una vivienda digna.
Hace dos meses la casa de don Carlos Olivares Hormazábal de 84 ardió en llamas producto de un violento e inclemente incendio.
Durante el incendio don Carlos se encontraba enfermo; su hemiplejía no le permitió moverse de manera libre como para poder tratar de controlar las llamas o tratar de salvar algo de la violencia de las llamas.
"No me pude mover. No pude hacer nada. Si hubiera tenido la forma de moverme podría haber evitado que el fuego avanzara, pro no lo pude hacer", señala visiblemente emocionado don Carlos. Y es que este porteño de 84 años construyó con sus propias manos la casa que habitó por más de 50 años; lo hizo con lo poco que ganaba acarreando lanchas en la playa, siendo masajista de clubes deportivos y oficiándolas de peoneta en distintos supermercados de la zona.
Sin embargo de aquella construcción grande, con varios niveles, instalada en el cerro Placeres no queda más que un pequeño baño de dos metros cuadrados.
Es precisamente en ese lugar, al lado de una taza de baño y una ducha, que don Carlos tiene su cama.
El pequeño cuarto de baño, el cual ahora es utilizado como dormitorio, aún está con olor a humo y las paredes negras producto de las llamas. Sin embargo es lo único en el terreno de don Carlos que es medianamente habitable.
"Me da vergüenza que lo vean", dice don Carlos mientras rompe en llanto y se sienta en su cama. Agrega que afortunadamente ha recibido la ayuda de sus vecinos, quienes le dan comida y le convida electricidad para que pueda prender su televisor y no sentirse tan solo, especialmente por las noches.
"Estoy con una pena muy grande. Pasé varios días con dolor de estómago y vomitando porque no puedo creer lo que estoy viviendo. Llevo dos meses viviendo así y no me puedo ir porque tengo miedo a que me ocupen el terreno", señala don Carlos, mientras con sus manos nos indica dónde estaban los dormitorios y el comedor que por tantos años lo albergó a él y a su esposa.
Don Carlos dice que lo más complicado es el frío por las noches, porque claramente el receptáculo que habita no está acondicionado para los intensos fríos que han hecho durante estos días por la noche. "Casi no duermo y me levanto a las seis de la mañana para moverme, para entrar en calor. Pongo la tetera en una fogata que armo afuera y tomo algo caliente. Después con una pala trato de limpiar algo de lo que dejó el incendio, lo hago solo, así como usted me ve", dice entre lágrimas este abuelito porteño que sólo busca un poco de ayuda.
Vecinos
Además de la fortaleza de don Carlos, son los vecinos quienes han mantenido encendido el espíritu de este porteño. Una de ellas le facilita electricidad y otra le lleva un plato de comida para que don Carlos se alimente, pero aún así no alcanza. Y es que la situación del vecino de pasaje Guaina del cerro Placeres no da para más.
"Parece que no fui tan mal vecino porque mis vecinos me han ayudado mucho", dice nerviosamente don Carlos, quien agrega que "quiero que esto se acabe pronto, quiero que alguien me ayude para poder estar de pie nuevamente".
Jacqueline Salazar es una de las vecinas que le ha tendido una mano a don Carlos y también es la que ha tratado de conseguir ayuda, sin embargo señala que no ha sido fácil.
"Hemos golpeado muchas puertas y no hemos podido conseguir ayuda. El terreno de don Carlos todavía está sucio tras el incendio y qué hablar de la mediagua, nadie nos ha facilitado la opción de una", señaló Jacqueline Salazar, quien dice que ya no puede dormir por las noches pensando en cómo está don Carlos.