Miles de personas honran a San Pedro en emotiva procesión
Desde Portales y El Membrillo, pescadores, uniformados, religiosos y cientos de devotos se congregaron para festejar en una masiva romería, como ya es tradición en Valparaíso y el muelle Prat, a su santo patrono del mar.
Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
La brisa golpea el rostro, pero las vibras aquí no son distintas a las mías. La ruta de domingo está soleada. No hay espacio, no caben. Todos visten de fiesta. Su propia fiesta.
Los peregrinos que van en procesión por la festividad de San Pedro caminan mirando hacia arriba. Su fe, como cada día, la depositan al santo patrono de la gente de mar, el protector de aquellas pintorescas caletas porteñas: la Portales y El Membrillo. Por eso observan al cielo, en señal de agradecimiento.
Durante el mediodía la marea humana es baja. No tienen que preocuparse por chocar entre ellos. Para cuando el riachuelo de gente se convierte en océano de personas hacia la tarde, el sonido se potencia. El eco multiplica. La fiesta se intensifica.
Vienen en masa desde Caleta El Membrillo: uniformados, autoridades, bailarines, religiosos, pescadores y la figura tallada en lo alto de San Pedro, el fiel apóstol pescador de Cristo... pero que lo negó tres veces.
Ya están a metros del Muelle Prat. Y entre ellos, un párroco que lidera el variopinto escuadrón que avanza a todo ritmo.
Jorge Manríquez es el cura a cargo de la parroquia San Vicente de Paul. Como buen playanchino, asegura que este es el cuarto año que acompaña a la peregrinación. Y que seguirá "porque es una actividad bonita que rescata a San Pedro y sus feligreses pescadores reconocen".
Las llaves de San pedro
Aquellos ciudadanos de a pie -mejor dicho en lancha- que con arrojo durante cada madrugada sortean temibles obstáculos entre oleajes y frágiles botes. Los mismos que defienden sus "demandas justas" como sostiene Carlos de caleta El Membrillo ante una Ley de Pesca que a hoy los tiene como "bote artesanal ante un buque factoría, acorralados en un destino incierto", dice.
Más atrás, una chica aplica talento en la danza con pasos que remiten al Norte Grande. Con el baile 'Vuela religión', Fernanda, de 15 años, también de Playa Ancha, se luce con un atuendo de tonalidad lila, faldón estampado al malva y cabellera recogida en cola de caballo. "Este es mi tercer año en las festividades. ¡Me gusta mucho!".
A pocos metros, una pareja de la tercera edad se mide sin temores a la caminata. Nicolás Civellana, de bien conservados 82 años, como submarinista retirado, mantiene la mirada al horizonte con el recuerdo de haber participado, como ya es tradición en él, desde hace décadas en los honores a San Pedro y San Pablo. Su esposa, Julia Bolados no pierde pisada y asegura seguir "y quedarse hasta el final del día. También con el recorrido de vuelta al punto de partida", arenga con orgullo.
Una familia de pescadores de Caleta El Membrillo, a pesar de su juventud, afirman llevar años en estos festejos. Se ven felices.
Allí están sentados a un costado del sitio de atraco en el repleto Muelle Prat. Jazmín, la madre, y sus dos pequeñas Britany y Gythana portan coquetas indumentarias. Algo agotadas de tanta danza al santo, se dan una pausa. Al frente de ellas, las lanchas, que a eso de las cuatro de la tarde, salen a la mar. A lo lejos, las figuras de la Virgen María y San Pedro se confunden con los tripulantes que repletan los navíos.
Todos han llegado. Son testigos de la contagiosa festividad. Y eso, más que nadie, lo sabe monseñor Gonzalo Duarte, obispo de Valparaíso. "Es una tradición. Para los pescadores, muy importante: en un momento donde el pez grande se come al chico", acuña.
Cae la tarde. Se viene Chile - Argentina. Sientes algo inexplicable en el pecho. Tienes fe.