El curioso anecdotario de la política chilena
¿Sabía que alguna vez tuvimos un ministro boliviano? ¿O que dos Presidentes se batieron a duelo? ¿O que un diputado curicano arruinado fue el origen de la dieta parlamentaria? Los autores Juan Guillermo Prado y Hugo Zepeda recogieron decenas de llamativos episodios de nuestra vida republicana y los plasmaron en un libro que será presentado esta semana en Viña.
De la historia política de Chile conocemos -aunque a veces ni nos acordamos- la versión más formal que nos enseñan en el colegio, la misma que se va transmitiendo, despojada de ribetes y adornos, de clase en clase y de generación en generación.
Pero detrás de nuestra historia política oficial, que abarca ya poco más de doscientos años, hay personas de carne y hueso que la han dotado de una enorme y variada gama de matices, anécdotas y frases para el bronce, muchas veces desconocidas para el común de la gente y que le otorgan un cariz distinto y particular al análisis de nuestra vida republicana.
Parte de esto es lo que los autores Hugo Zepeda y Juan Guillermo Prado recogieron en su libro "Cosas de la política: anecdotario histórico", compendio que recoge sabrosos entretelones de la historia política chilena, desde los albores de la Independencia hasta 1973, y que será presentado este viernes 27, a las 19.00 horas, en la sala Viña del Mar.
La selección, elaborada a partir de libros, artículos de prensa, entrevistas y documentos, recoge breves pero sustanciosos pasajes de la vida política en el Congreso, La Moneda, los partidos y la prensa, a lo largo de 200 años.
Demasiada franqueza
Nuestro sistema electoral no siempre fue tan formal ni transparente. De hecho, en las primeras décadas de la República estuvo marcado por fraudes, intervencionismo y reyertas que terminaban hasta con heridos y muertos.
En un arranque de honestidad política nunca más vista en nuestra historia, el abogado Domingo Santa María (quien fue Presidente entre 1881 y 1886) reconoció: "Yo sé que he sido electo con intervención electoral y no me importa, porque mi elección fue la mejor que se pudo hacer en Chile, a pesar de no haber sido correcta".
Santa María, que no conocía nada acerca de discursos políticamente correctos, también se mostró contrario al sufragio universal: "Esta ciudadanía tiene mucho de inconsciente todavía y es necesario dirigirla a palos. Entregar las urnas al rotaje y a la canalla, a las pasiones insanas de los partidos, con el sufragio universal encima, es el suicido del gobernante y no me suicidaré por una quimera", comentaba sin aspavientos.
Perfil del cargo
Las elecciones para el primer Congreso Nacional de Chile se realizaron en 1811. Lo que resulta curioso es la descripción del cargo, que hoy en día muchos considerarían imposible de cumplir... "Podrán ser elegidos diputados quienes (...) por sus actuaciones patrióticas, sus talentos y acreditada prudencia hayan merecido el aprecio y confianza de sus conciudadanos (...), de buena opinión y fama".
Ministro boliviano
Aunque por estos días nuestras relaciones con el gobierno boliviano no son de las mejores, a propósito de las demandas marítima y del río Silala y las siempre candentes declaraciones del presidente Evo Morales, en algún pasaje de nuestra historia política fueron harto menos hostiles. De hecho, en los albores de la Patria, un boliviano llegó ser... ministro de Relaciones Exteriores de Chile.
El libro explica que en la convulsionada Patria Vieja "no había muchos ciudadanos con conocimientos y dispuestos a colaborar con las nuevas autoridades". Así, asumió como ministro de Relaciones Exteriores de la denominada Junta Representativa de la Soberanía el abogado boliviano Jaime Zudáñez, quien además fue asesor de O'Higgins.
El origen de la dieta
Hoy es materia de controversia y discusión: la famosa y abultada dieta parlamentaria, que corresponde al sueldo de los diputados y senadores. Pero ¿cuál es el origen de este estipendio?
En los anárquicos años '20 del siglo XIX, la incipiente República tenía Congreso y se debatía en la redacción de sucesivas Constituciones. Claro que los honorables de la época no recibían ningún tipo de honorarios por su labor.
Ocurrió que uno de ellos, el diputado curicano Diego Donoso, obligado a estar ya más de tres meses en la capital participando en el Congreso Constituyente de 1823, se vio obligado a presentar su renuncia, argumentando que sus obligaciones "de padre de una larga familia y de marido" le obligaban a dejar el cargo.
"Todos viven de un corto comercio que ha sido preciso paralizar por entregarse al servicio a la Patria. Siento sobremanera no poder continuar (pues)... carezco de lo más necesario para los gastos de manutención en la capital", señalaba el abrumado congresista.
Cuatro días después de presentada la renuncia de Donoso Pareja, el 21 de noviembre de 1823 el Congreso Constituyente aprobó que se la pagara "una dieta a los diputados que no tuvieren con qué subsistir".
Un secreto a voces
Aunque en los últimos años de la democracia los líos de pantalones y faldas se han mantenido relativamente alejados de la órbita pública de los políticos, en el anecdotario republicano hay varios episodios sabrosos y que fueron ampliamente conocidos por la clase política e incluso el pueblo.
Probablemente el más llamativo fue el que involucró al Presidente Pedro Montt y a su esposa Sara del Campo.
Según el libro de Prado y Zepeda, "era un secreto a voces en el Santiago de comienzos del siglo XX que Sara del Campo, su hermosa y ardiente señora, tenía amores con el senador liberal Guillermo Rivera Cotapos, quien residía en Limache. Se reunían en el departamento N° 2 del céntrico hotel Oddo, situado en la esquina de Ahumada y Huérfanos".
El comidillo llegó a tal que cuando se encargó la compra de un piano para La Moneda, la revista "La comedia humana" publicó en portada una caricatura satírica que mostraba al Presidente Montt tocando el piano y cantando una canción de moda, que decía "Yo te pago la pieza y tú, tú la gozas...", mientras a su lado bailaban animadamente el senador Rivera y su esposa Sara...
¿Resultado? La revista fue requisada, el editor italiano fue expulsado del país "y el caricaturista, después de una paliza, fue llevado en camilla a la frontera con Perú"...
Presidente con suerte
No son muchos los Presidentes chilenos que han fallecido durante el ejercicio de su cargo. Pero sí hay uno que se salvó de milagro de aquello.
En 1866, el Presidente José Joaquín Pérez fue invitado a Valparaíso por el ingeniero alemán Carlos Flacks para participar en la primera inmersión de su flamante invento: un pionero submarino, construido en los astilleros Duprat. Pérez, recurriendo a una expresión bien coloquial, rechazó la invitación diciendo: "¿Y si se chinga?".
Harta razón tenía el Presidente... El submarino se hundió y ocho personas fallecieron en la bahía.
A duelo
La vieja práctica del duelo para discernir disputas donde se ha mancillado el honor está presente en la historia política de Chile, incluso hasta bien avanzado el siglo XX.
Hay dos episodios memorables: uno de ellos involucra a Arturo Alessandri Palma, por entonces candidato presidencial, y al senador por Valparaíso Guillermo Rivera, ambos del Partido Liberal. Alessandri y Rivera se habían involucrado en una agria discusión acerca de la ley de instrucción primaria en 1920, la que llevó a Alessandri a retar a duelo a su contrincante a los pies del Cristo Redentor, en medio de la cordillera y a 3.900 metros de altura.
"El León de Tarapacá emprendió la marcha con sus padrinos con unos días de anticipación", relata el libro. "Antes de subir a la cordillera, contrató a todos los arrieros y mulas disponibles. En la cordillera esperaron a Rivera y sus padrinos quienes, obviamente, no llegaron. Los acompañantes de Alessandri levantaron un acta, estipulando que se retiraban del campo de honor porque el contendor no se había presentado y se estaban congelando".
Otro reto a duelo memorable tuvo como protagonistas a dos connotadas figuras de nuestra política: los entonces senadores Raúl Rettig, del Partido Radical, y Salvador Allende, del Partido Socialista.
Corría 1952 y en el hemiciclo de la Cámara alta se desarrollaba una acalorada discusión acerca de la situación de los mineros de Sewell, en la VI Región. "La discusión fue subiendo de tono. Allende acusó a Rettig de 'tránsfuga de su propia clase' y el aludido respondió 'su señoría es muy valiente aquí en el recinto del Senado... pero ¿podría repetirme eso fuera de la sala?'", relata el texto.
El lugar elegido para el encuentro fue una parcela ubicada en Macul. "Hubo los consabidos disparos pero tan mala era la puntería de los combatientes que las balas ni los rozaron. Allende cayó al barro al disparar y Rettig pensó que su rival había sido herido", apuntan los investigadores. Con el tiempo, Allende y Rettig se hicieron grandes amigos y el primero, ya convertido en Presidente, nombró al segundo embajador en Brasil.
La historia del duelo pasó al anecdotario político, aunque siempre quedó vivo el rumor de que el motivo del duelo no habrían sido los mineros de Sewell, sino más bien el corazón de una mujer.