Las claves para reconocer a una persona "endemoniada"
Terrores nocturnos, repulsión por los símbolos religiosos y pensamientos amargos y obsesivos son algunos de los signos que expertos en liberaciones y exorcismos reconocen como presencia del mal. Aquí un laico católico, especialista en estos fenómenos, explica cómo identificar estos casos y se refiere al aumento de la demanda por procesos de sanación espiritual en Chile.
Adita González M. - La Estrella de Valparaíso
Lo que ocurre en el Centro de Sanación de la calle Orella, en Valparaíso -que estas últimas semanas se ha visto repletado de personas en busca de ayuda, luego del reportaje de La Estrella que dio a conocer los impactante y desconocidos ritos de liberación y expulsión de demonios realizados en este centro católico- es una tendencia que se viene dando desde hace ya unos años en Europa, y que además cuenta con el apoyo del Papa Francisco y de los últimos cuatro pontífices en general.
Aunque se trata de un tema delicado de abordar, lo cierto es que la ley de la Iglesia Católica obliga a cada diócesis tener al menos un sacerdote especialmente capacitado para realizar exorcismos. Y aunque el Vaticano reconoce que las posesiones demoniacas son poco frecuentes y que la mayoría de los casos investigados termina tratándose de personas con trastornos mentales, hay otros casos en que la presencia de un mal superior pareciera ser la única respuesta.
Efectivamente cuesta asociar un estado particular de alteración espiritual con el demonio, sobre todo si en el pasado enfermedades como la epilepsia, la esquizofrenia, el síndrome de Tourette y otras condiciones similares fueron confundidas con posesiones demoniacas.
Pero hoy los eclesiásticos están más preparados y esperan que los posesos respondan a ciertos síntomas, si se les puede llamar así, que permitan identificar si efectivamente se está en presencia de algún demonio.
Poseídos en aumento
Lo que ha llamado la atención esta última década es que el número de casos registrados de exorcismo se está incrementando, de manera tal que en países como Italia y España ha aumentado el número de sacerdotes entrenados para realizar exorcismos y atender así la creciente demanda de ayuda espiritual, tal y como pasa hoy con quienes visitan los distintos centros de liberación que hay en la zona.
De acuerdo al diario "The Daily Telegraph", la diócesis de Milán designó el año 2014 a siete nuevos exorcistas y la Iglesia Católica en Cerdeña envió a tres sacerdotes a Roma para recibir formación especializada para hacer frente al creciente número de personas que participan en prácticas como magia negra, paganismo y ritos satánicos.
Mientras tanto, en España, el arzobispo de Madrid seleccionó también a ocho sacerdotes para recibir una formación similar en mayo pasado, con objeto de combatir el "aumento sin precedentes" de los casos de "posesión demoníaca".
Los números han llamado la atención de los expertos, especialmente de la Asociación Internacional de Exorcistas, con sede en Italia. Su presidente, el padre Francesco Bamonte, declaró en diciembre del año 2014 que no había suficientes exorcistas para asistir a la elevada cifra de personas que están poseídas.
"Los pocos exorcistas que tenemos en las diócesis a menudo no son capaces de manejar la enorme cantidad de solicitudes de ayuda", señaló Bamonte en su momento.
En Chile ese mismo año, siguiendo las líneas del Vaticano, se nombró al sacerdote Luis Armando Escobar como exorcista de manera oficial. El reconocimiento lo hizo Monseñor Alejandro Goic.
Días después, Escobar, en una entrevista otorgada a la revista Portaluz, aseguraría que la actividad demoníaca se ha incrementado en Chile "más allá de lo que cualquier de nosotros pudo haber esperado".
Aunque la Iglesia Católica en nuestro país dio este paso oficial recién el 2014, esta práctica ya se realizaba en diferentes lugares bajo otro nombre, pero con el mismo fin. Y no hablamos sólo del Centro de Sanación de Valparaíso, sino también de organizaciones en otras comunas de la V Región y del país, donde sacerdotes y laicos católicos debieron tomar cartas en el asunto ante tanta demanda.
Así ENTRA EL DEMONIO
Juan es un laico preparado y entrenado desde hace años en el rubro de expulsar demonios. Él asegura que el panorama de los últimos años se ha hecho "ideal" para que él y otros como él actúen.
Según explica, no sólo la gente se ha alejado de la fe, sino que "está de moda" no creer o creer en otras cosas distintas a la fe católica.
"(El demonio) Actúa de manera que le hace pensar a uno que esa decisión que está tomando, que no es la correcta, es lo mejor. Te hace creer que tú elegiste, que tú decidiste y no es así. El demonio te manipula", afirma el especialista.
Desde su perspectiva, la acción del demonio puede darse en las personas de diversas maneras, tales como posesión, vejación y obsesión. Los objetos inanimados, en tanto, pueden estar infestos o maleficiados.
Para poder diagnosticar una posesión con seguridad y no confundirla con una enfermedad mental, es necesario que la persona demuestre una clara aversión a las cosas sagradas, principalmente el agua bendita, la Biblia, la ostia y crucifijos, incluso si estas cosas escondidas y sin que la persona sepa que allí están.
Además puede presentar fenómenos cenestésicos preternaturales. Los fenómenos cenestésicos son aquellos en que el efecto no tiene que ver con la causa que lo produce, no tiene relación directa. Por ejemplo, uno suda cuando tiene calor, es algo normal, pero si se está en un lugar frío y suda debido a otra cosa, se trata de fenómeno cenestésico natural. Los fenómenos cenestésicos preternaturales son los causados por los demonios y los sobrenaturales, por Dios. Entre estos fenómenos cenestésicos preternaturales figuran, por ejemplo, que la persona se estremezca o sufra escalofríos cuando entra en contacto con agua bendita y no así con el agua corriente de la lleva.
El experto en liberaciones y exorcismos explica que en la vejación el demonio está fuera del cuerpo, pero persigue y molesta a la persona. Ruidos nocturnos, susurros en vigilia, pesos sobre el cuerpo al estar acostado, sombras oscuras y fugaces, provocan estados de angustia y cansancios en la persona.
La obsesión, en tanto, puede presentarse como una idea fija y obsesiva que penetra en la cabeza para amargar la vida de la persona afectada. Por ejemplo, pensar que la familia muere y que todos quedarán solos. El demonio, precisa Juan, buscar amargar a su víctima para inducirla a pensar que su vida es miserable. Son preocupaciones que no tienen asidero, pero aún así abruman a quien las padece.
Cómo evitarlo
La Iglesia Católica entrega una serie de recomendaciones para evitar que "el demonio entre" en el cuerpo. Entre éstas:
-rezar oraciones de protección todos los días;
-persignarse con agua bendita;
-asperjar con agua bendita las cuatro esquinas de todas las piezas, clósets, sobre y bajo las camas, los patios y todos los lugares donde normalmente está reunida la familia;
-portar siempre un crucifijo, medalla milagrosa o escapulario de la virgen del Carmen, todo bendito por un sacerdote;
-confesarse al menos una vez al año:
-ir a misa y comulgar; e
-intentar llevar una vida cristiana.
Juan, laico y especialista en liberaciones, apunta que a veces es difícil creer que el demonio existe, sobre todo cuando la ciencia ha logrado explicar muchos de los casos que antes eran asociados a posesiones. Lo extraño a ojos de quienes practican estos ritos es que hoy en día, y luego de descartar las enfermedades como causa, el número de posesos ha ido aumentando, no sólo en Europa, sino en nuestra misma región. Queda la duda: ¿serán estos "demonios" espacios en blanco de enfermedades que todavía no tienen respuesta de la ciencia? Pero si fuera así, ¿por qué las personas, después de someterse a un rito de exorcismo, o incluso algo menor como una misa de sanación, sienten alivio de sus síntomas o que el mal que los abruma desaparece?
Lo cierto es que en la actualidad centros como el de calle Orella, en Valparaíso, bajo el mando del sacerdote Rojas y el grupo de laicos que practica las liberaciones, reciben una creciente demanda de feligreses que buscan un alivio a sus padecimientos espirituales.