Cinthia Matus O.
Este hecho, que ha sido ampliamente difundido por las redes sociales, comienza cuando Manuel Fuenzalida, estudiante y trabajador de 27 años, aborda desde Reñaca Alto, la micro 603 que se dirige hacia Playa Ancha. Como todas las mañanas, ubicó uno de los asientos de al medio y algo cansado, esperó que el chofer de iniciales J.D.R.F., lo llevara sano y salvo a su casa. Sin embargo, eso casi no sucedió.
Cuando la micro comenzó a avanzar por las calles, el porteño se dio cuenta que el chofer no andaba de buen ánimo. Es más, relata que estaba tan malhumorado, que no tenía ninguna consideración con los pasajeros al momento de "pistear" con los vehículos menores y hacer carreras con otros buses. Manuel sentía miedo: "Este tipo nos va a matar", pensó, mientras un joven de su misma edad se levantaba para tocar el timbre. "Fue a la altura del Reloj de Flores. El joven tocó el timbre, pero el chofer no le paró y siguió hasta Caleta Abarca. El joven lo tocó de nuevo, pero nada. No lo dejó bajarse hasta Caleta Portales y todos veníamos asustados porque iba a mucha velocidad por la avenida España", señala tras haber salido de su clase de Gastronomía en el Duoc UC.
PIDIÓ AYUDA
Cuando el joven del timbre se bajó, Manuel se armó de valor y se acercó al acelerado conductor. "Oiga, por favor, ¿se puede ir más lento? quiero llegar vivo a mi casa", le dijo nervioso. "Anda a sentarte y quédate tranquilito no más", fue la respuesta.
Manuel no se quedó así y al ver que todos corrían peligro, decidió marcar desde su celular el número del plan cuadrante. "Como a la altura de Barón les dije todo lo que estaba pasando y para mi alegría dos motoristas estaban esperando al micrero en el paradero de la Plaza Sotomayor", apunta agradecido con Carabineros.
En efecto, personal le solicitó los documentos al chofer y la micro se comenzó a llenar con estudiantes universitarios. Manuel sentía que había hecho la obra buena del día. "El chofer siguió su recorrido como si nada, pero me miraba por el espejo retrovisor enojadísimo. De pronto me preguntó: '¿voh llamaste?' y yo le dije que sí. Entonces me subió y bajó a garabatos, diciéndome: 'Ni pensí' que te voy a parar cuando toquí' el timbre'. Me quedé callado", recuerda el estudiante.
Manuel, asumiendo la amenaza, empezó a tocar el timbre antes de su destino, en la Escuela Naval, pero el chofer siguió de largo. "En la Upla se alcanzaron a bajar los estudiantes que iban delante mío pero cuando lo iba a hacer yo, siguió avanzando y no le paró a nadie más hasta que llegamos al paradero antes de doblar a Quebrada Verde", detalla. En ese lugar, el joven finalmente puede descender y como presiente que algo le va a pasar, comienza a grabar con su celular. "Deja la micro en mitad de la calle y se acerca a decirme que soy maricón por llamar a los Carabineros y un montón de cosas más. Al final me pegó un manotazo en el hombro izquierdo que me dejó un moretón", señala.
FUE DESPEDIDO
El seremi de Transportes, Mauricio Candia, tomó conocimiento del suceso y confirmó que la primera medida que se tomó fue a despedir al chofer del recorrido. "Nos contactamos con la empresa que dispuso el despido del conductor como una primera acción. Como seremi estamos recabando todos los antecendentes por lo que esperamos que el afectado se acerque porque existe una responsabilidad por el mal servicio que brindó la empresa (...) Además, este antecedente nos permite, en conjunto con la Gobernación de Valparaíso presentar el caso a la justicia quien deberá acreditar si es esto constituye un delito y así hacernos parte", declaró Candia.
Manuel está conforme con el despido, pero pide protección pues teme por su integridad. "Tomo el mismo recorrido todos los días a la misma hora y como el chofer tenía aparencia de matón, me da miedo que envíe amigos a pegarme por ahí o él mismo averigue la dirección de mi casa y me golpee", manifestó preocupado.