Fabián San Martín D.

Inexplicable para los vecinos resulta la decisión adoptada por un hombre que ayer dio muerte a su cónyuge y posteriormente se quitó la vida.

La tranquilidad del sector Baños de Auco se rompió cerca de las 03.00 de la madrugada, cuando se sintieron dos disparos provenientes de una casa ubicada en el fundo agrícola Porchile. Uno de los trabajadores, A.B.G.I., acudió hasta la vivienda del cuidador del fundo, que vivía junto a su esposa, para visualizar lo que ocurría. Se asomó por la cortina abierta de una ventana y el cuadro era dantesco. El hombre y la mujer estaban en un charco de sangre en la cama de la habitación matrimonial.

De inmediato el empleado se comunicó con Carabineros de la tenencia Rinconada, los que acudieron al sitio del suceso y con ayuda de personal del fundo pudieron ingresar.

Acostada sobre su costado derecho estaba Nancy Donatila Arenas Astudillo, de 60 años. Presentaba un impacto de arma de fuego en el costado derecho del cráneo, y estaba tapada con un cubrecamas hasta los hombros. A los pies de la cama y de rodillas, con el torso encima del cuerpo de su esposa, se hallaba el cadáver de Fernando Octavio Gómez Muñoz, de 62 años. En su caso tenía una herida a bala en pleno rostro. Entre las piernas del sujeto permanecía una escopeta para caza calibre 12, de propiedad del cuidador, la que fue usada para la muerte de ambos.

Femicidio

El fiscal de turno, Osvaldo Basso, dispuso que la Brigada de Homicidios de Los Andes trabajara el sitio del suceso. Tras los peritajes a los cuerpos y la escena del crimen, los detectives confirmaron que se trataba de un femicidio y posterior suicidio. Se verificó en los sistemas policiales y de la Fiscalía, que no existían denuncias por violencia intrafamiliar o alguna medida de protección o medida cautelar en favor de la fallecida. Al lugar llegó el hijo del matrimonio, quien manifestó a los policías que mantenían problemas de convivencia desde un tiempo a la fecha, pero sin que estas diferencias llegaran a judicializarse. En el inmueble no se encontraron cartas donde el autor de los disparos revelara las causas de su determinación.

Tras las pericias, los cuerpos fueron derivados a la morgue para las autopsias, y posteriormente serán entregados a sus familiares para las exequias.

"Papá malo, le sacó sangre a la mamá", fue la escalofriante frase pronunciada por una niña de 3 años, testigo del cruel asesinato de su madre. Poco más de 6 meses han pasado desde el fatídico 7 de septiembre de 2015, cuando Kurt Westerhout Rivera, 21 años, llegara a la casa de calle San Guillermo en Los Placeres, residencia de Camila Peralta Tank, de 23, madre de su hijita. El sujeto le propinó a la joven más de una veintena de heridas con un cuchillo y un alicate con punta en el cuello, tórax y espalda, que le costaron la vida en el Van Buren.

El agresor huyó, pero a los días fue arrestado por la PDI en Quillota. Está en prisión preventiva, pese a un intento por salir libre en enero. Esta semana fue la audiencia de preparación de juicio oral, donde la fiscal Lorena Ulloa solicita presidio perpetuo calificado, con las agravantes de alevosía y actuar sobre seguro. La jueza desechó un informe siquíatrico de la defensa, que no acreditó idoneidad del perito. El juicio debiera ser en abril o mayo. A la audiencia fue Dulio Peralta, padre de la fallecida. Dijo que su nieta, hoy de 4 años, vive con ellos y aún recuerda el sangriento episodio en tercera persona. Recibe tratamiento sicológico. "Está tranquila, pero siempre se acuerda de su mamá, que está presente en la casa. Este proceso ha sido difícil, ojalá se consiga la pena mayor pero así y todo nada nos devuelve a Camila. Uno debe estar atento y preocuparse de las señales que den los hijos, supe muy tarde que él la golpeaba", se lamentó el progenitor.