Plaza Sotomayor es lugar de visita obligado y una de las primeras postales que los turistas ven de Valparaíso. A esta altura del año, y a sólo semanas de que comience la temporada estival, la presencia de extranjeros es cada vez más constante y, también, el contacto con los perros callejeros. La mayoría de quienes provienen de otras latitudes siente simpatía por los perrunos, aunque también les preocupa la seguridad propia y de los canes.
Frente al Monumento a los Héroes, dos alemanes comentan animadamente los detalles de la obra, pero al cabo de unos segundos, el tema de conversación cambia y se atreven a dar su opinión sobre los perros callejeros. Si bien se reservan sus nombres, uno de ellos no oculta su buena impresión respecto al estado de los canes.
Lo bien alimentados, el buen aspecto de su pelaje y el carácter dócil dejó perplejo a este europeo, quien asegura que "me parecen bien tranquilos y me sorprende que no hay tanto excremento, está limpio a pesar que hay muchos. Los perros no me molestan nada".
Este alemán dice que ha visitado otros lugares de la ciudad y que ha podido identificar sectores con mayor suciedad, como el sector Almendral, especialmente calle Uruguay. No obstante, le llama la atención que los olores que se perciben no sean precisamente por desechos dejados por los animales. "Otros lugares tienen mal olor, pero no de perros, de humanos", señala con una sonrisa nerviosa.
Al igual que estos turistas, Thomas Warendorf llegó desde Alemania a la Quinta Región para disfrutar de unos días de descanso junto a su mujer y su familia chilena. En su país natal, que muchos amantes de las mascotas sindican como 'el Paraíso de los Perros', detalla que no se ven perros callejeros como en Chile. Esto, principalmente, a que existe un estricto control, primero, para determinar quiénes están capacitados para tener una mascota y, segundo, para garantizar que esa persona se haga responsable de su cuidado hasta que el animal fallezca de manera natural.
De hecho, para quienes no recojan el excremento de sus perros existen elevadas multas. Gracias a acciones como éstas, los alemanes tienen el cuidado de sus mascotas como una prioridad.
A pesar de que la realidad chilena hoy dista bastante de la germana, Thomas, no se hace problema con los perros callejeros porteños, ya que nunca ha tenido problemas. "Siempre los veo tranquilos, pero es un problema las enfermedades, como la rabia, porque no se sabe si el perro puede tener o no. Cuando uno anda a pie puede ser un peligro; acá hay que ocuparse de eso", señala Warendorf.
Los franceses también son asiduos visitantes de Valparaíso, y mientras un grupo de ellos visitaba el Muelle Prat, Joan Bleuserna, hizo un alto y entregó su opinión sobre los perros que deambulan por la ciudad.
En su país natal, los perros son identificados mediante tatuajes en sus orejas y luego registrados. Este registro es manejado por municipalidades y policías, así se sabe quién es el dueño y el historial de enfermedades del can. Para Joan, eso mismo se debería replicar en Chile.
Sin embargo, respecto a los perros que luego de estar un tiempo en hogares y no ser reclamados por su dueño o no han sido adoptados, tiene una opinión más drástica. "Si pasan tres meses y no se puede encontrar dueño se eutanasian. Así debería ser acá", manifiesta.
No obstante su postura categórica, dice que hasta ahora no ha tenido inconvenientes con los canes de Valparaíso. Eso sí, comparte la visión de Thomas, respecto a la necesidad de que estén en buenas condiciones de salud mientras estén en la calle.
Con las innumerables visitas que llegarán este verano desde otras latitudes, podría repetirse la historia de "Chili Dog", el perro porteño adoptado por una estadounidense el 2013. El tiempo y la buena voluntad darán la respuesta. J