Amor que nace del dolor por la pérdida de un hijo
Esta semana fue espcialmente conmovedora para Paula González, "Lobita", como es conocida en el sector de Placilla esta activista animalista que por su cuenta mantiene a más de veinte perros y perras en un refugio diseñado por ella misma. La 'Viejita', una perra de avanzada edad con demencia senil abandonada a su suerte en la orilla de la carretera, a la que recogió y cuidó, cerró sus ojos para siempre el martes.
La sufrida vida de este can, despreciado por sus propios amos, conmovió a todos los animalistas seguidores de González en las redes sociales, al punto que la mala noticia generó decenas de comentarios. "Ya todos la queríamos mucho, era muy especial. Aunque estaba desorientada y no se acordaba de las cosas, sí me reconocía y me movía la cola siempre que me veía", recuerda Paula.
Los recursos para alimentar y mantener en buenas condiciones a los 22 perros que actualmente tiene en su pequeño refugio son obtenidos precisamente a través de facebook o del boca a boca. Sin embargo, a esta placillana le gustaría que hubiese un compromiso mayor de parte de todos los porteños para "cambiar la vida de los perros de la calle", dice. Desde la comodidad de la casa y tras un teclado, dar 'me gusta' a una foto de un can rescatado no es suficiente.
En casos como estos, lo ideal sería difundir y hacer todo lo posible para encontrarles un hogar, es el argumento de esta animalista, quien reconoce que le apena a veces que "no todos los que dicen amar a los animales están dispuestos a ayudar. Quizás no tengan plata todos, pero para buscarles una nueva familia no se necesita eso".
salida para el dolor
Es difícil de creer, pero ese compromiso con el bienestar de los perros callejeros que Paula ve en sus colaboradores, también es nuevo para ella. De hecho, sólo este 2015 instaló definitivamente su refugio. Una decisión que tiene un sólo responsable: Bastián Ordoñez, su hijo de 16 años asesinado en agosto del 2014. "Él es la inspiración de esto, sin él nada de esto sería posible. Me enseñó el amor incondicional a los animales", cuenta esta emocionada madre.
Bastián, que el 27 de agosto del año pasado fue apuñalado brutalmente en la céntrica avenida Pedro Montt, tenía un amor y compromiso a toda prueba con los animales. En más de alguna ocasión, Paula lo sorprendió escondido en los rincones de la casa con cachorritos que había recogido de la calle y que alimentaba. Muchas veces la ahora animalista, reconoce que lo reprendió y hasta le pedía que los sacara de la casa, pero un hecho ocurrido tras la muerte de su hijo cambió el sentido de su vida para siempre.
Ojitos de ángel
Cuatro días después de la muerte de Bastián, mientras caminaba por el patio de su casa agobiada por el dolor, tratando de buscar respuestas y explicarse lo inexplicable, escuchó el llanto de algunos cachorros. Al acercarse al garage vio cuatro perritos muriéndose de hambre e inmediatamente se dio cuenta de que habían sido llevados allí a escondidas por su hijo.
Claro, al fallecer su amo, los animalitos irremediablemente estaban destinados a tener el mismo destino. Esta placillana recuerda que "cuando los vi dije '¿quién puede hacer esta maldad?, no darles comida'. Después entendí que el niño que los alimentaba, mi hijo, había muerto y los cuidé. Ahí partí rescatando animales".
Luego de ese día, la visión de Paula hacia las mascotas cambió rotundamente y cada vez que rescata a un perro de la calle, "lo hago con el alma, en nombre de Bastián", dice. La labor que hoy hace, asegura, le ha servido también para sobrellevar la pena y el dolor por la pérdida de su hijo "ojitos de ángel", como le llama. Cada persona que ve las fotos de su hijo fallecido ve en sus ojos un par de alas de ángel, comenta. Sin duda, para ella lo es, es su fuerza que la acompaña cada día en el duro trabajo de encontrar un destino mejor para los perros abandonados. J