Sobrevivieron a la deriva 14 horas tras naufragio de kayak
"¡Ahí viene de nuevo! ¡trata de moverte para que nos vean!", grita Franco Capurro (20), apenas ve que regresa el helicóptero. Su amigo Sebastián Correa (23), que yace junto a él en una roca llena de algas, intenta agitar los brazos con energía, pero todo esfuerzo es en vano: ya es de noche y está demasiado oscuro para que los divisen. Entonces, cuando el helicóptero se va y no regresa más, los jóvenes pierden la esperanza y asumen que van a morir.
Horas antes, a eso de las cinco de la tarde, los dos amigos habían acordado arrendar un kayak en playa La Boca, en el local "Free Sport". La idea, al igual que muchos kayakistas y surfistas, era ir hasta el sector de Punta de Piedra, entre Ritoque y Concón, para practicar el deporte en la "isla", un lugar que se caracteriza por sus oleajes y roqueríos. El problema es que se les ocurrió muy tarde... y justo cuando estaban anunciadas precipitaciones y marejadas.
Carlos Castro, uno de los amigos de Franco, dice que los muchachos se empezaron a complicar cuando al kayak se le salió uno de los tapones y el agua se les empezó a filtrar. "Los chiquillos por la fuerza del agua se volcaron y no pudieron enderezar el kayak. Las olas los botaron y el Franco quedó sobre uno de los roqueríos. De ahí vio que se estaba formando un badén, como una piscina entre las rocas y después que fue lanzado por otra ola, le gritó a su amigo que se trataran de meter ahí porque iban a quedar un poco más refugiados. Lo lograron y ahí se quedaron intermitentemente saliendo y sumergiéndose en el agua toda la noche", detalla Carlos, visiblemente afectado.
14 horas en el agua
Cuando el helicóptero se retira por la poca visibilidad, Franco y Sebastián hacen una oración para encomendar sus vidas a Dios. Se dicen que éste será el final y dejan de conversar. No obstante, ambos siguen luchando por sus vidas, sujetándose como pueden de las rocas y las algas.
La hora avanza y el oleaje sigue tempestuoso. Tanto así, que a Franco se le rompe una parte de su traje de neopreno y empieza a sentir el frío del agua. Hasta ese momento no había sufrido tan de lleno esa dificultad porque la indumentaria estaba cumpliendo su función, pero ahora las cosas se estaban complicando.
Las familias de ambos jóvenes, que residen en Limache y Quilpué, estaban inquietas. Apenas recibieron la noticia se fueron a Concón y estaban a la espera de novedades. Lo único que sabían era que el kayak había aparecido en la orilla de la playa y que por eso, no había tantas opciones de encontrar a sus seres queridos con vida. No obstante, Manuel Capurro, papá de Franco, aseguró que nunca perdió la fe. "La Armada nos dio aviso una vez que el kayak llegó afuera con los remos y se dieron cuenta que los muchachos no iban a regresar y que había que salir en búsqueda de ellos. Fue una espera eterna, pero siempre con harta fe, porque yo nunca perdí la fe de que los volvería a ver con vida", dijo con emoción.
El milagro se produjo a las 07.45 del lunes, cuando el helicóptero finalmente pudo dar con Franco y Sebastián. Para entonces, ambos ya habían soportado 14 horas en el agua. "Franco le hizo señas al helicóptero y fue al primero que rescataron. Luego a Sebastián... los dos venían en condiciones de hiportermia", apunta Manuel Capurro.
Se salvaron
Los jóvenes fueron llevados hasta el Sapu de Concón en donde se les recuperó de la hipotermia. Sin embargo, a Sebastián lo tuvieron que trasladar al hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar por la gravedad de sus lesiones. "Los dos llegaron conscientes y orientados, pero con síntomas de hipotermia. Sebastián presentaba una contusión facial por eso fue trasladado al hospital Fricke para descartar que no tenga una fractura mandibular", explicó la doctora Lorena Reyes.
Franco, cuando ya estaba con la temperatura recuperada, recibió a sus amigos consternado y bastante choqueado por la situación. Y cuando le dieron el alta a eso de las 11.00 de la mañana, expresaba una y otra vez que no la contaba dos veces. "El momento de mayor desesperación fue cuando el helicóptero pasaba y no paraba. Ese fue el peor momento... y bueno, mientras pasaban las horas, igual se venían cosas a la cabeza... no la cuento dos veces", manifestaba a la salida del Sapu.
Los surfistas y kayakistas que se enteraron del caso, comentaron que fue un hecho fortuito. Que si ambos jóvenes, que justamente trabajan en este tipo de negocios, hubiesen ido con más gente, otra sería la historia. "Éste fue un caso puntual porque todas las clínicas que hacen los chicos en el tema de los kayak, es en grupo, donde van varios profes y se toman las precauciones. Lo que pasó acá fue una cuestión de amigos porque los cabros trabajan ahí, agarraron el kayak y partieron. Cuando vas con hartas personas, al que se da vuelta o va cansado, lo rescatan altiro, pero ahora sólo iban dos personas. De esto uno saca lecciones y aprende", dijo Álvaro Ruiz, dueño de una escuela de surf.
También se le dio valor a los trajes, ya que fueron fundamentales para las 14 horas en el agua. "Los trajes sin duda los salvaron porque están hechos para eso, pero también es importante el estado físico de los chiquillos porque ellos también practicaban fútbol e incluso jugaron en San Luis y Santiago Wanderers", destacó Carlos Castro, uno de los amigos. Franco quedó con reposo por tres días tomando analgésicos y antiinflamatorios. Sebastián, en tanto, permanece en observación en el hospital Gustavo Fricke de la Ciudad Jardín. J