Los internos que dejan su mejor impresión
Cumplen la última parte de su tiempo de condena mientras se preparan en los centros de educación y trabajo, para su futura reinserción social. Los internos del taller de imprenta del centro penitenciario de La Pólvora trabajan codo a codo haciendo trabajos gráficos para el sector público, con la esperanza de mantener una vida alejada de la delincuencia.
Los Centros de Educación y Trabajo (CET) son el último eslabón de la cadena penitenciaria. Se trata de distintos talleres laborales emplazados en varias cárceles de Chile, en los que se prepara a los reos seleccionados para estar capacitados en distintas actividades enfocadas en la reinserción laboral.
El CET de Valparaíso, posee 52 integrantes, quienes son preparados para los rubros de la fumigación, la pastelería, la imprenta, la panadería, y el sector agrícola, entre varios otros talleres. Son pymes que generan recursos entregando trabajos para la misma gendarmería y entidades particulares, pues funcionan como cualquier empresa con facturas e IVA, pero para el sector público trabajan sin IVA.
Los reclusos que quieran integrar los CET deben cumplir con una serie de requisitos, como tener buena conducta, haber cumplido dos tercios del tiempo mínimo de su condena y tener un perfil sicológico apto para los trabajos, entre otros requerimientos. Quienes sean seleccionados deben trabajar los turnos asignados y reciben una remuneración por su labor realizada, pero su pago más importante es la capacitación en los oficios que los preparan para una futura reinserción laboral y social.
la imprenta
Los internos del taller de imprenta del CET de Valparaíso, trabajan con prensa, formularios continuos y guillotinas para elaborar tarjetas de presentación, volantes y afiches que son usados en los servicios y campañas internas de gendarmería y el sector de justicia.
Desde septiembre de este año los trabajos se vieron potenciados con la adquisición de una impresora láser de última generación, que fue conseguida gracias a la presentación de un proyecto presentado en 2014, que fue aprobado por el sub departamento de reinserción penitenciaria nacional.
El 15 de septiembre de este año llegó hasta las dependencias del CET, ubicado en el complejo penitencario de Valparaíso, una moderna impresora láser marca 'Ricoh' de un valor superior a los 21 millones de pesos. "Nos atrevemos a decir que tenemos una de las máquinas más modernas de la región en lo que es materia de impresión y diseño", asegura el Capitán Luis Ibáñez, jefe de unidad del CET porteño.
El capitán Ibáñez valora la llegada del nuevo "juguetito" al taller, ya que ahora se podrá capacitar para tareas más actuales y novedosas que ayuden a especializar las capacidades de los operadores, además de estandarizar las capacitaciones con el mercado externo del diseño y la impresión. Ahora los cuatro internos que trabajan en el taller podrán fabricar tarjetería avanzada, agendas, calendarios, revistas, libros, afiches, trípticos y folletos con mucha más calidad en el diseño, el papel, la nitidez y los colores. "Están muy felices, para ellos igual es algo nuevo y hay que capacitarlos para que puedan trabajar de la mejor forma", señala.
El monitor del taller, Nicolás Carvajal, afirma que el trabajo en la imprenta y la llegada de la nueva impresora son una importante herramienta en el desarrollo humano de los reclusos y advierte que se nota como estos tienen ganas de seguir especializándose. "Uno siente la motivación que se genera cuando se gana un proyecto tan grande como éste. La motivación crece y sube la calidad. Se nota harto que hay más ganas de aprender y eso un gran plus que motiva a trabajar", explica.
Nicolás expone que de este modo la imprenta del centro penitenciario puede ampliar su clientela y se enfoca en el mercado externo, apuntando a ser contratado por privados ya que ahora puede estar a la altura de las exigencias del mercado en lo que respecta a la calidad, los tiempos de los trabajos y la distribución de los productos. "Son ventajas súper importantes al momento de enfocar a la imprenta al mercado de afuera", manifiesta.
los operadores
Manuel Morales llegó hace tres años al taller de imprenta y recuerda que el primer día no sabía absolutamente nada sobre el rubro, por lo cual tuvo que aprender desde cero gracias a la ayuda de sus compañeros más antiguos que ya dominaban las prensas y guillotinas. En poco menos de dos meses aprendió a usar las máquinas y de ahí no paró de imprimir y cortar. "Cuando uno quiere, aprende", explica y señala que los papeles cambiaron y ahora él es el encargado de enseñarle a los más nuevos porque es el más antiguo de la imprenta.
En relación a la iniciativa de éste y los otros talleres de los CET, Manuel señala que son una importante ayuda en beneficio de los internos que están realmente interesados en abandonar sus vidas ligadas al delito. "Es positivo porque aquí uno aprende varios oficios para aplicar en el medio libre. Yo llegué a la imprenta y no sabía nada, pero ahora se usar las máquinas y estoy como un maestro. Ahora con la llegada de la nueva impresora hay que aprender a usarla también", comenta.
Al llevar la mayor parte de su condena cumplida, Manuel dice tener sus ojos puestos en su vida en el medio libre y asegura tener todas las aptitudes para trabajar en cualquier imprenta del mercado. "Sería bonito seguir trabajando en esto, porque aprendí todas las técnicas", concluye.
La última interna en integrarse a la imprenta es Alejandra Contreras, la única mujer del grupo. Lleva cerca de un mes y está en pleno proceso de aprendizaje.
La recién llegada dice que es valorable que los capaciten en distintos ámbitos laborales que desconocían porque eso los prepara para su futura salida. "Es una herramienta súper importante para la reinserción", dice y agrega que su idea es aprender todo lo que se pueda para poder trabajar en eso una vez que sea puesta en libertad.