El drama de una familia rota por conductor ebrio
Sandra Ruiz, madre de Juana Ruiz (33), se encontraba en España cuando un llamado de Chile, a eso de las 22.00 horas del 22 de febrero de este año, le comunicó la trágica noticia de la muerte de su hija.
La mujer recuerda que se quedó inmóvil. Sintió como si un frío recorriera todo su cuerpo y no la dejara más. Esa noche no pudo dormir ni un sólo minuto y sus familiares que llamaban desde Chile pudieron sólo comunicarse con su pareja: ella ya no podía hablar con nadie más y sólo le quedaba esperar hasta las 00.00 horas del día siguiente cuando su vuelo despegara desde Madrid hasta Santiago de Chile.
"En ese momento una parte de mi corazón se murió en ese mismo instante", señala Sandra Ruiz, quien califica la sensación como indescriptible.
"Lo primero que tuve que hacer llegando a Chile fue ir a la funeraria a comprar el cajón para mi hija, a quien no había visto hace tres años. Después tuve que ir al Servicio Médico Legal para pedir hora y retirar el cuerpo de mi hija", detalla Sandra, la madre de Juanita, quien un par de días antes había perdido la vida trágicamente, atropellada por Óscar Aravena Arias, la madrugada del 22 de febrero. Juana esperaba la micro para partir rumbo a Quilpué junto a su mejor amiga, Karen Meza, en la intersección de las calles Errázuriz con Eleuterio Ramírez, a pocos pasos del hotel Diego de Almagro. Karen Meza, la mejor amiga de Juana, también falleció en el lugar debido a la violencia del impacto.
"Tuve que ir a reconocerla. Mi niña tenía su carita intacta, sólo con algunos moretones, pero la parte de atrás de su cabeza estaba toda rota. Su cuerpo no lo pudimos ver; estaba tan destrozado que ni siquiera la pudimos vestir. Le hice cariño y le di besos", señala Sandra Ruiz, al dar su testimonio al diario La Estrella.
Cuando estuvo en la fría sala del Servicio Médico Legal junto a su hija, le confirmó la promesa que en vida le había hecho. "Juanita me hizo prometerle que si a ella alguna vez le pasaba algo, yo me vendría a vivir a Chile y me haría cargo de mi nieta", señaló Sandra.
Tras el funeral de Juanita y Karen, ambas familias comenzaron los procesos judiciales correspondientes en contra de quien esa noche de febrero manejaba el automóvil que mató a ambas jóvenes.
"Yo en España leía todos los medios de comunicación de Chile, y a través de ellos me enteré lo de la Ley Emilia. Al día siguiente del funeral ya estábamos interponiendo la querella en contra del asesino de mi hija", agrega la madre de la joven fallecida.
JUSTICIA INJUSTA
Han sido casi siete meses desde que se inició el proceso judicial en contra de Oscar Aravena Arias y sólo hace un par de días se dictó el falló. En primera instancia se determinó que la pena de Aravena Arias fuera de tres años de libertad vigilada debido a su conducta irreprochable y a su colaboración con la investigación. El joven de 21 años al momento del accidente presentaba 0,47 gramos de alcohol por litro de sangre, por lo que su proceso judicial no encajaba dentro de la Ley Emilia, que tiene como base 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre para que el imputado pueda ser juzgado bajo la ley, puesta en vigencia en septiembre del año pasado.
"La justicia no fue justa con mi hija ni con Karen. Ellas pagaban impuestos, eran buenas niñas, trabajadoras y ese día precisamente no andaban en auto para no infringir la ley. Entonces los que deberían pagar, en este caso el asesino de mi hija anda feliz por la vida, casi burlándose de nosotros", reflexiona Sandra.
En ese sentido, señala que hay vacíos en la ley, pero no por culpa de quienes la propusieron, sino de los políticos que pusieron una serie de trabas para que efectivamente la ley estuviera vigente.
"Lamentablemente en este país la justicia es para los ricos y la injusticia es para los pobres. El asesino de las niñas debió haber estado mínimo cuatro años en la cárcel porque mató a dos personas. La pena que le dieron ahora es un poco mejor que le habían dado antes, pero aún así el tipo, asesino de dos mujeres, no estará tras las rejas", señala Sandra Pérez a La Estrella.
orientación
La madre de Juana Pérez señala que han sido momentos difíciles, pero que se han hecho acompañar por los integrantes de la Fundación Emilia. "Ellos nos acogieron y nos ayudaron a vivir este duro momento. Nos orientaron y nos apoyaron en los momentos más difíciles de todo este proceso", dice.
Han pasado cerca de ocho meses desde que su hija falleció aquella fatídica madrugadas de febrero y Sandra aún no logra convencerse de lo ocurrido.
"Me vine a vivir a Chile desde España y me hice cargo de mi nieta, tal como se lo prometí a mi hija. Pese a que trato de salir adelante, el dolor no pasa, el dolor siempre estará ahí", relata Sandra.
Sobre el responsable, dice: "El actuar de ellos también nos hace mal. Pasaron más seis meses y él pidió disculpas y a esta altura de verdad digo que las disculpas no valen nada. Yo nunca vi en él un verdadero arrepentimiento". J