La película animada que reivindica a la tristeza
Intesa-mente es la película de moda y último gran éxito de Pixar, una de las principales compañías cinematográficas de animación. En Estados Unidos convocó a hordas de niños, adolescentes y adultos. E hizo lo mismo en España y Latinoamérica. También en Chile.
Llevó la tendencia del cine animado de darle características humanas a todo lo que existe casi al extremo: le dio sentimientos a los sentimientos. La historia se basa en Riley, una niña de Minnesota cuya mente es dirigida por un consejo compuesto por cinco emociones: Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Disgusto. Cada uno de ellos tiene su propia personalidad e influye a su modo en las decisiones de Riley.
Es, de alguna manera, una parábola que explica cómo funciona la mente humana. Y es, también, la reivindicación de la tristeza.
Alegría, la emoción líder en la protagonista, suele tomar las decisiones. Es la que elige el rumbo de Riley. La respetada por las otras emociones. Eso hasta que Tristeza comienza a tomar un rol clave cuando ella y Alegría se pierden en el subconsciente. Ambas hacen lo posible por volver, y cuando finalmente lo logran se encuentran con Riley deprimida. Y es ahí cuando Tristeza es la responsable de devolverle al felicidad. Toda una especie de paradoja.
"Además de convertir recuerdos alegres en tristes, la tristeza como emoción desempeña otras funciones útiles para el ser humano y así se refleja en la película", dice Daniel Mediavilla, periodista del diario El País y experto en ciencias sociales.
"Pese a que se ha considerado una emoción que se debe evitar, la tristeza ofrece ventajas evolutivas. Igual que el miedo nos ayuda a huir del peligro, la ira nos incita a luchar y el disgusto nos hace rechazar cosas que nos podrían hacer daño", añade el psicólogo Joseph Forgas. J