Hay ciertos líderes, pero no mandan ¿A qué responden las barras bravas en nuestra región?
Hace tan sólo un par de décadas atrás, cuando familias completas, con niños, jóvenes y adultos, acudían de forma tranquila y sin temores a los estadios de nuestra zona -y en los estadios Valparaíso y Sausalito se vendían incluso, bebidas chicas en botella (el vendedor recibía en su canasta de mimbre, al rato los envases)- no existía el concepto de "barras bravas".
Habían hinchas, obviamente, y también seguidores que se agrupaban bajo algún nombre que los identificase, en un tiempo en que los fanáticos sólo colgaban de las rejas, los lienzos oficiales de sus respectivas barras. Así, en Playa Ancha se vieron las barras "Huracán Verde", "Raúl Sánchez", la "Barra Oficial - Disciplina y Amistad" e incluso "Los Panzers", pero no con la agresividad que hoy se les conoce. Por Everton pasaron las barras "Población Vergara", "Los Pitusos", "Con Everton en el Corazón", "Los Ruleteros" y ahora último "Los del Cerro".
En los '80 y 90' habían jefes de barra, personas adultas, que contaban incluso con directivas, a quienes se les escuchaba y respetaba. Se hacían reuniones (generalmente los martes) y se pagaban cuotas sociales, todo para costear viajes y alentar al equipo en condición de visita. Al estadio se llevaba el bombo y las cajas, varias cajas. Estaban las banderas gigantes, que se bajaban de arriba a abajo por la galería y también otras banderas de grandes dimensiones, que con mucho esfuerzo -y fuerza de brazos- se podían agitar ya que estaban amarradas a una caña gruesa de bambú. Eran otros tiempos, otras tradiciones, con cánticos originales, pero no necesariamente ofensivos. Era el tiempo de la challa y la serpentina, aquellos rollos blancos de papel que caían por montones, justo al ingreso de los equipos. Los extintores con humos de colores, aparecieron con el tiempo, al igual que cajas con platillos, que acompañaban de mejor manera los cánticos. Se alentaba al equipo, pero no había violencia.
¿QUÉ PASÓ?
Conforme fueron pasando los años -y al igual que en la sociedad misma- el respeto a las normas y hacia los mayores, se fue perdiendo. En los viajes, por ejemplo, a los más adultos no les gustaba la "tomatera" que se formaba en la parte posterior del bus, ni tampoco el excesivo humo del cigarrillo, que podía derivar en otras cosas. Los más jóvenes, irreverentes, no querían seguir reglas, ni que nadie los mandase, ni les dijese nada. Así por ejemplo que de "Los Ruleteros", en Everton, surgieron "Los del Cerro", quienes, en sus inicios, estaban integrados por un puñado de jóvenes que aburridos de los más viejos, se independizaron, cambiándose desde la galería Laguna a la del Cerro. En Wanderers, las viejas barras lideradas por el "Loco René" o por don Rubén Guerrero, entre otros, también fueron perdiendo fuerzas ante la irrupción de "Los Panzers", quienes si bien han tenido ciertos líderes como Edmundo Inostroza (el "Mundial"), Fabiola Warles o ahora el "Alegría", quien aglutina a los caturros en torno al color verde que predomina en los cerros porteños.
Sin embargo, ya ni siquiera los jóvenes se ponen de acuerdo, ya que responden a los intereses de sus piños, lienzos o trapos que identifican a un sector particular de los hinchas. Y como en la selva, la lucha se hace muchas veces territorial y el que prevalece... es el más fuerte. J