En Playa Ancha siguen las farmacias de barrio
Ajeno a todos los problemas de la colusión, los remedios bioequivalentes y las compras con tarjetas de crédito, se mantienen las populares farmacias de barrio, en algunos sectores de Valparaíso.
Pese a la tremenda cantidad de locales dedicados a la venta de remedios que aparecen en cada rincón de la ciudad, aún es posible encontrar algunas de estas farmacias de barrio que sobreviven a la feroz competencia de las grandes cadenas a punta de trabajo duro, esfuerzo y un toque de atención personal.
En plena avenida Playa Ancha, en el corazón de la "República Independiente", hay dos de estos locales, una de ellas es la Farmacia Playa Ancha que existe desde hace más de cien años.
Adriana Pacheco es la actual administradora y recibió el negocio familiar tras la muerte de su padre. Su familia adquirió el local en la década de los 30'.
La actual administradora cuenta que por ahora les va bien pero no siempre ha sido así y años atrás han tenido que sobrevivir a tiempos difíciles, los que se acentuaron cuando comenzó la invasión de las farmacias en cadena en la ciudad. La masiva llegada de este tipo de locales a la ciudad provocó una migración de clientes que redujo considerablemente las ventas de las farmacias de barrio. "La gente se fue con la novedad de las cadenas brillantes con luces", recuerda.
Adriana relata que con el tiempo, los clientes que se fueron volvieron a su farmacia ya que sus precios son más bajos que los de las grandes farmacias porque le compran directamente a una distribuidora que le vende medicamentos a las farmacias independientes. "Después fueron volviendo porque se dieron cuenta que aquí los precios eran más bajos y era otra la atención", aclara.
el toque humano
La otra farmacia del cerro es la "Farmacia Nacional" y su actual dueño, Florencio Rivera indica que ha sido el negocio familiar desde hace 50 años y enfatiza que la relación con la clientela es mucho más humana. "La farmacia de barrio se hace de una clientela en base a la confianza" aclara.
"Nosotros conocemos a la gente y tenemos una responsabilidad con el barrio", manifiesta por su lado Adriana, explicando que el trato es más cercano en comparación con una farmacia del plan donde las personas compran rápido y no tienen tiempo ni oportunidad de volver en caso de que haya un problema con lo que compraron. "Aquí no es así, como está todo cerca la gente puede volver y es obvio que se forman lazos porque hay tradición de familia, son generaciones tras generaciones las que vienen a comprar a esta farmacia", explica.
Ambos dueños destacan el rol social de la farmacia de barrio . Quienes van a comprar, más que clientes son vecinos que forman una relación cordial o hasta de amistad con quienes los atienden. Ellos pueden acercarse a preguntar por el remedio que necesitan sin que los trabajadores les ofrezcan el medicamento más caro. "Aquí la gente viene y me cuenta sus síntomas y como se siente. Vienen a preguntar y nosotros los atendemos, ese es nuestro plus, si alguien viene diciéndome que le duele algo yo le vendo un analgésico y se va contento" señala Adriana y Florencio la complementa "Para muchas personas nosotros somos casi como su doctor". Ambos afirman que eso no pasa en las grandes cadenas porque allí los trabajadores tienen sueldos muy bajos y ganan por comisión así que están "programados" para vender la mayor cantidad de productos al mayor precio posible. "En las cadenas los trabajadores tratan de meterte tres o cuatro remedios", sostiene.
el cerro playa ancha
Es indudable que el cerro Playa Ancha es uno de los pocos lugares donde todavía se vive la vida de barrio, y eso facilita la supervivencia de estas farmacias, Adriana dice que de vez en cuando a su negocio llegan algunas personas a pedir fiado. "No faltan, a veces llegan, pero pidiendo cosas específicas, vienen a pedir aquí y también al kiosco de diarios a la esquina" explica entre risas.
Según Adriana, la ubicación es central para captar a la clientela playanchina que concurre a su botica. "Nosotros estamos en el corazón de Playa Ancha" dice, y estima que el grueso de su clientela proviene de un radio de diez cuadras a la redonda, esos son sus clientes más fieles, ellos asisten a comprar sus remedios como parte de su recorrido de la mañana por la avenida donde hay varios negocios de cerro.
Florencio concuerda con Adriana y manifiesta que la cercanía de su negocio con la vida urbana del cerro, es clave para el éxito de su local. "Al estar más cerca es seguro y rápido, la gente aprovecha esa cercanía porque Playa Ancha es como una república que tiene de todo, bancos, supermercados, colegios, entre otros servicios", concluye el trabajador farmacéutico.
Siguiendo la misma avenida se pueden encontrar bancos, colegios, supermercados y oficinas para pagar las cuentas, entonces las personas aprovechan de hacer todo en un mismo viaje, hacen sus trámites, dejan a sus hijos en el colegio, compran comida para preparar el almuerzo y pasan a la farmacia a comprar sus medicamentos.
Adriana cuenta que en el cerro se da algo muy curioso en el verano, ya que contrario a lo que pasa en el resto de la ciudad, el verano es la peor época para los comerciantes, "Aunque no lo creas, aquí en el verano todo muere" dice tajante. La mujer explica que eso se debe a que en el centro Playa Ancha hay mucha población flotante compuesta por estudiantes universitarios, turistas nómades e integrantes del servicio militar que no viven allí de manera permanente, entonces cada vez que comienza la temporada de vacaciones se pierde un importante porción de la clientela. Lo mismo ocurre cada vez que en las universidades locales hay paros estudiantiles que se extienden por varias semanas.
NO HAY COLUSIÓN
Naturalmente estas farmacias de barrio no incurren en la especulación de precios ya que no tienen un afán de controlar el mercado o estirar en demasía su margen de ganancias, ya que sólo atienden en un lugar específico con una clientela en particular, en su barrio y sus vecinos.
Adriana tiene una clara opinión sobre la polémica que desató en su competencia el caso farmacias. Ella dice que las grandes cadenas manipulan los precios a su antojo, porque compran a muy bajo costo y venden a sobreprecio para aumentar el margen de ganancia que reciben por cada producto vendido sin que la gente se de cuenta. "La gente no se da cuenta, los amarran con la tarjeta de crédito", bromea Adriana.
La mujer dice que la polémica de la colusión está mal enfocada y nadie ha sido capaz de referirse a la responsabilidad de los laboratorios farmacéuticos en el tema. "Para pecar tienen que haber dos", concluye pensativa.
Con el tiempo estas farmacias han tenido que actualizarse a las necesidades de la clientela para no desaparecer y ahora ofrecen todo tipo de remedios. En la farmacia Playa Ancha ahora, aparte de los remedios tradicionales, ofrece también variados productos naturales, alopáticos, además de perfumes y colonias "Somos prácticamente la perfumería del barrio", dice Adriana y agrega que también agregaron la medicina animal a su catálogo ya que con el tiempo la demanda incrementó, así que se vieron obligados a trabajar medicinas para perros y gatos. "Cada vez hay más personas con mascotas así que ahora vendemos para ellos también", explica Adriana.
Las grandes cadenas farmacéuticas se han fijado en Playa Ancha y le han hecho llegar a Adriana ofertas para comprarle su local pero las negociaciones nunca han llegado a buen término principalmente porque sus trabajadores se aferran al formato de farmacia de barrio. "A la cadena le interesan los grandes negocios y nosotros nos conformamos con poco", dice.
Adriana explica que los trabajadores de esas sucursales tienen turnos inhumanos con horarios muy difíciles y por eso le sorprende la inmensa cantidad de farmacias que han aparecido en la ciudad.