El ex campeón de box que ahora asea las calles
Todos los que circulan por La Calera, sobre todo por las mañanas, seguramente ya consideran como parte del paisaje a los trabajadores que hacen aseo en las calles. Lo que no sospechan es que uno de ellos, que hace limpieza entre el hospital y los supermercados que están por la calle Carrera hacia el centro, guarda un rico pasado deportivo.
Se trata de Guillermo Rojas Araya, quien aparte de trabajar con la escoba en la mano ha desempeñado otros múltiples oficios. Sin embargo, y pese a la dedicación con que trabaja día a día, la verdadera pasión este hombre la dejó muy lejos, en el norte.
Pues en Calama comenzó la historia cuando en el barrio, el joven e inquieto Guillermo siempre mostró aptitudes y muchas ganas para el deporte. "Primero fui parte de la selección de fútbol de Calama, mucho antes de que existiera Cobreloa, pero después comencé a practicar boxeo. Unos mánagers me llevaron no sin antes pedirle permiso a mi mamá", evoca el 'Calama' como lo conocen ahora sus actuales vecinos en Artificio y La Calera.
CON PERMISO
"Ella me dijo, 'haz lo que tú quieras hacer', y así comencé a pelear en Calama y en distintos lugares a los que me llevaban, como Iquique, Chañaral, Copiapó", prosigue Rojas con el entusiasmo que le traen los recuerdos de su época de oro.
Es que en ese tiempo se forjó el apodo de "El Choro de las Pampas", ya que ganaba más que perdía arriba del ring, lo que incluso lo llevó a cruzar las fronteras, "Fui a pelear a Bolivia y a Perú, y me fue bien por allá", cuenta Guillermo , quien se movía entre los 57 kilos (peso pluma) y los 60 (liviano).
Su peregrinaje como boxeador lo trajo incluso a La Calera, en los años 60 y 70, donde competía "con próceres locales de esos años, como el 'Pipiolo' y el 'Vitoco' en el fortín Gatica", haciendo alusión Rojas, al mítico reducto ubicado en Cochrane con Carrera junto a la línea del Calero. No sospechaba por aquel entonces este púgil en su apogeo, que las tierras caleranas lo acogerían años después.
SHOW CON CARCURO
Guillermo Rojas desde que comenzó a los 16 años a boxear en los campeonatos de los barrios de su natal Calama, tuvo como espejo un show televisivo de los años 70 que animaba Pedro Carcuro llamado 'Guantes de Oro'.
"Traían a campeones de todo Chile y yo representaba a la II Región. Peleábamos con campeones nacionales y ahí yo me defendía, a veces ganaba y a veces perdía", recuerdo Rojas, quien agrega que esas veladas eran en el estadio Chile que quedaba en la Alameda.
El boxeo atraía a multitudes y por lo mismo abundaban los apostadores y los manejadores que armaban las peleas "y que se llevaban la mayor tajada. En todo caso no me quejo", asegura Guillermo, quien confidencia que "había muchos apostadores en Calama que ganaban plata gracias a mis triunfos. Después iba a la feria y no faltaba el que me decía, 'toma Choro esta frutita, mira que aposté a que ganabas anoche y no me fallaste'".
ÚLTIMO COMBATE
Los años comenzaron a transcurrir con "El Choro de Las Pampas" arriba de los cuadriláteros, sobre todo en el norte. Pero a pesar de que algo caía a al bolsillo de este púgil, las necesidades de mantener a una familia eran mayores, por lo que poco a poco el trabajo en distintos rubros le fue ganando terreno al boxeo.
Sin embargo, cual Rocky, a este calameño todavía el deporte de los puños le tenía un combate que ofrecer.
"Hace como tres meses que no entrenaba ni peleaba, cuando me llamaron desde la ex salitrera Pedro de Valdivia", cuenta El Calama, quien recuerda que estaba medio retirado ya y se encontraba trabajndo en la construciión.
Pero lo llamaron de urgencia y él no desoyó la propuesta. "En la salitrera tenían boxeadores sólo de nivel amateur, no estaban preparados como para pelear con unos campeones de Chile que venían. Me tocó contra el campeón nacional y sudamericano, Juan Cruces. Salí bien parado y recuerdo que me embolsé 170 mil pesos por esa pelea". Era plata para esos años.
No era un desafío tan grande para El Choro de las Pampas, ya que antes había enfrentado en Calama a otro campeón nacional, en peleas de ida y vuelta. "Era Juan Carlos Amaya a quien le di cuatro kilos de ventaja. Fueron peleas fuertes, conocí su mano", reconoce Rojas, que no se achicaba ante estos retos que le ponía por delante el boxeo.
RETIRO Y ÉXODO
Llegado el momento de dejar atrás el boxeo, Guillermo Rojas dejó atrás no sólo ese deporte que había sido gran parte de su vida, "el cual me permitió conocer varios lugares que de otro modo no tenía cómo"; sino que además decidió dejar atrás su tierra natal y partir para siempre con su familia desde Calama.
"Eché todas mis cosas a mis maletas y me vine. Tenía un tío en Calera que tenía un restaurant en lo que hoy es la avenida Diego Lillo, así que vine para acá, aunque no por mucho tiempo al principio", dice este calerano por adopción.
Volvió a emigrar, aunque no muy lejos, a Isla de Maipo, "ahí solo había trabajo en el agro, en los parrones, así que me dediqué a eso por un tiempo hasta que volví a Calera".
De regreso por estos lados siguió haciéndole a todo lo que viniera, vendedor ambulante, arriba de micros ofreciendo confites o helados, como funcionario en Algas Marinas y barriendo las calles para una empresa de aseo como lo hace actualmente.
"En Algas Marinas tenía unos compañeros de trabajo que eran del norte y que me habían visto pelear", cuenta con indisimulada alegría Guillermo, ya que así comprobó que su extansa trayectoria en los rings no había caído en el olvido después de todo.
LOS HEREDEROS
Actualmente Guillermo Rojas ya es un vecino más de la Villa Las Américas en Artificio, donde tiene un departamento, aunque también es habitual encontrarlo en las inmediaciones del estadio Municipal donde vive uno de sus hijos, el que lleva su mismo nombre.
Guillermo Rojas Hernández, el hijo, sabe de la vieja pasión de su padre por el boxeo y se ha preocupado de saber más del pasado. De hecho, en un viaje reciente que hizo al norte, pasó por Calama y por el barrio donde vivía El Choro de las Pampas, "y aún mantienen en una sede vecinal fotos de mi viejo en sus años de boxeador".
Algunas de esas fotos que guardan las reminiscencias de los tiempos sobre el ring, aún las conserva El Calama y de tarde en tarde las mira con nostalgia.
Pero los guantes no los ha colgado del todo. De vez en cuando se los calza y ensaya algunos golpes con su hijo. Guillermo junior cuenta que "todavía tiene la mano pesada y sabe dónde pegar".
Sebastián su otro hijo que vive en Valparaíso, y su nieto Matías, tampoco le hacen el quite a tirar unos golpecitos con el expúgil.
Sobre la idea de enseñar boxeo a los jóvenes, la respuesta del alcalde anterior lo desalentó: aquí los niños son más fanáticos fútbol. J