Taller Blanco
En Valparaíso encontramos edificios y estructuras que nos hacen pensar en tiempos pasados y que son parte del patrimonio que alberga nuestra historia. En uno de estos edificios encontramos el restaurant Taller Blanco. Por fuera, pintado de blanco, con un cartel sin mucho detalle y una pizarra que exhibe el menú del día no dice mucho, pero apenas entramos podemos ver el piso original, un antiguo ascensor de fierro, un piano y una escalera hecha completa de mármol. Subiendo la escalera está la entrada al restaurant. La decoración; de colores suaves, beige y madera, con arte porteño en las murallas, te da una rica sensación de pulcritud y tranquilidad. Nos reciben muy amablemente, ofreciéndonos el menú o la carta. Elegimos el menú que incluye entrada, fondo, postre y aperitivo, ya que fuimos muy recomendados a probarlo. No había mucha gente para ser hora de almuerzo así que nos atendieron muy rápido. Comenzamos con un pisco sour, una copa pequeña perfecta para volver al trabajo después y un pan recién salido del horno con salsa verde. De entrada había ensalada y crema de zapallo camote con sésamo. Elegimos la crema, porque hacía mucho frío. Estaba en su justa temperatura, muy suave de textura y con intenso sabor al zapallo natural. Además, el sésamo le daba un sabor tostado muy rico. Apenas terminamos, nos trajeron los principales, para mi acompañante un budín de zapallo italiano con berenjenas, acompañado de papas doradas y para mí una carne mechada acompañada con arroz al ciboulette. El budín estaba cremoso y muy sabroso, y las papas crujientes y doradas por fuera, pero tiernas por dentro. La carne, era un corte delgado y quizás esperaba un corte más contundente pero estaba muy blanda y sabrosa, aunque he probado mejores. Acompañaba muy bien al arroz, porque es una mezcla que siempre funciona. Para terminar, nos trajeron el postre: flan casero de vainilla con canela espolvoreada. De sabor y textura estaba muy rico y suave, pero estaba algo tibio en el medio por lo que le faltó enfriarse antes de llegar a la mesa. De todas formas fue bueno reconocer que estaba recién hecho.
La atención como mencioné fue muy rápida aunque el restaurant se fue llenando de a poco, lo que lo hace un lugar ideal para almorzar un día de trabajo. Además, se agradece la amabilidad y simpatía de las garzonas que nos atendieron.