Aunque restan por jugarse los partidos que determinarán al tercer representante chileno a la Copa Sudamericana, con la fase regular ya terminada y decidido lo más importante de la competencia, es hora de realizar un breve balance de lo que nos dejó el reciente torneo.
Entre lo positivo está el título alcanzado con justicia por Cobresal, equipo que en principio sólo apuntaba a mantenerse en la categoría y que finalmente se subió al podio como el mejor.
Eso de que el campeonato fue de bajo nivel, es discutible y está sujeto al gusto de cada uno. Muchos pretenden disfrazar con esa afirmación el fracaso de los más "poderosos", que realizaron grandes inversiones para quedarse con el cetro.
Otro de los hechos destacables es la campaña de Unión La Calera bajo el mando técnico de Ariel Pereira. El "Fantasmita", con escasos recursos supo sacarle el mejor de los rendimientos a un equipo humilde y de esfuerzo, que incluso podría clasificar a un torneo internacional.
Caleranos y quillotanos ya se frotan las manos con el retorno de los clásicos con San Luis, que de manera brillante consiguió el ascenso a la serie superior después de un lustro.
Entre lo negativo, por la cercanía, lo que más duele es el decepcionante desempeño de Santiago Wanderers, después de haberse coronado subcampeón en el torneo anterior. Everton, en la B, lo hizo igual o peor.
Ambos clubes tienen que comprometerse a dar vuelta la página y responder a la altura de lo que representan.
A lo mal que lo hicieron los denominados equipos grandes, se suma a los aspectos negativos el descenso de Cobreloa, dirigido por el incontrolable Marco Antonio Figueroa, quien debería purgar un severo castigo por su mal comportamiento, ocultando su fracaso deportivo ( fue contratado para al menos salvar a Cobreloa), con una supuesta campaña para perjudicar al equipo minero.
Por último, habría que agregar a esta nómina a la propia ANFP, por no tener claros algunos reglamentos que provocan éste y otro tipo de situaciones que empañan al fútbol nacional.