A puro chocolate
Para los que no somos atletas profesionales es difícil mantener la rigurosidad de una buena rutina de ejercicios y de una buena alimentación.
A veces cuando queremos comer algo "chancho" por llamarlo de alguna manera, simplemente lo hacemos, nadie nos frena, ni siquiera el pensar que nos hemos sacado la mugre entrenando y que un pastel más o menos no hará la diferencia.
Lamentablemente para los que no somos deportistas profesionales bastante difícil salir del espiral casi demente de darse pequeños "gustitos". Durante la última semana me fijé que todos los días después de almuerzo debía comerme un chocolate; algo raro, pero que pensaba no era nada malo.
Al final de la semana me di cuenta que de lunes a viernes me había comido más de 15 chocolates. ¿Por qué lo hice? No sé, supongo que quería darme el gusto y sin darme cuenta caí en el temido espiral de no poder parar.
Supongo que a más de uno que está leyendo esta columna le ha ocurrido, por lo mismo el dato es que no se asusten ni nada por el estilo. Al contrario, es bueno darse ese tipo de gustos porque, recuerden, no somos esclavos de un sistema de entrenamiento. Por el contrario el deporte que hacemos y cómo lo llevamos a cabo es un complemento a toda las otras cosas que debemos hacer (trabajar, cuidar a nuestros hijos, pagar cuentas, etc).
Si les ha pasado, sólo traten de controlar las ganas de seguir dándose gustitos porque uno está bien, pero cuando se convierte en una tendencia debemos preocuparnos porque significaría que todo el entrenamiento que hemos llevado a cabo no serviría de nada. Recuerden que para entrenar también hay que hacer otros sacrificios.
Twitter: @sebaspar Facebook. Vida sana
para un tipo normal.