La Bruschetta
La cocina italiana es, por excelencia, una de las más tradicionales e intensas. En el Cerro Alegre, uno de los centros gastronómicos más importantes de Valparaíso, encontramos La Bruschetta, que con dos años de funcionamiento, reproduce en su ambientación y oferta gastronómica la cocina italiana en su estado más puro.
Simple en su decoración, manteniendo el encanto de una antigua casona porteña, baldosas originales, madera, cielos altos y una pared con máscaras venecianas te dan esa sensación muy agradable de estar en un lugar en el que se pensaron los pequeños detalles. La carta, con platos típicos italianos como pasta, risotto, pizza y antipasto, se complementa con carnes y pescados con recetas tradicionales, pero también incluyendo productos locales.
Llegamos temprano a la hora de almuerzo. El garzón que nos atendió estaba impecablemente presentado, atributo difícil de encontrar en estos días. Pedimos para empezar y compartir unas bruschette de pan rústico, que venían con diferentes ingredientes como salmón ahumado, queso de cabra con miel, queso crema con aceitunas y el clásico italiano tomate cherry con albahaca. El pan rústico nos encantó, la miga muy liviana, de corteza firme y crujiente. La bruschette de salmón estaba muy sabrosa y el pescado fresco, y por su parte, la de queso de cabra; el queso no era muy fuerte y quedaba muy bien con la miel, un agridulce perfecto. De fondo pedimos una pizza Quattro Stagioni (Cuatro Estaciones) que traía aceitunas, jamón, champiñones y salame. La masa era a la piedra, muy delgada en el centro pero esponjosa en el borde, agradable al paladar, ya que a veces encontramos masas muy duras y demasiado crujientes. El relleno muy rico, los champiñones eran naturales y no de conserva, pero el único reparo que encontré era que el corte del salame era muy grueso y quizás quedaría mejor laminado. El servicio fue muy rápido y nos sentimos muy cómodos. Además, el precio-calidad de los platos era consistente con lo ofrecido. Nos sorprendimos gratamente con este lugar que visitamos por primera vez y quedamos con ganas de volver a probar alguna pasta o un risotto para transportarnos nuevamente a la romántica Italia.