Los fantasmas que acechan al Palacio Rioja
En plenas faenas de restauración por parte de la empresa española Kalam, el Palacio Rioja de Viña del Mar - fuertemente dañado con el terremoto de 2010 - sigue arrojando material en torno a la historia no oficial que circula sobre el edificio y particularmente respecto de quienes vivieron en éste: su propietario, el próspero empresario español Fernando Rioja Medel, su esposa de nacionalidad boliviana, Sara Ruiz Fernández, y sus 9 hijos.
Declarado monumento histórico nacional el 14 de mayo de 1985, el Palacio Rioja se encuentra situado en calle Quillota esquina 3 Norte, en Viña del Mar. La actual construcción que está siendo sometida a un acucioso proyecto de restauración, es un cuarto de lo que originalmente constituyó el palacio.
"Este edificio colosal fue la residencia de la familia Rioja-Ruiz, allí vivían, hacían sus fiestas, tenían la cocina, donde tienen las caballerizas, una cancha de tenis (…). El Palacio Rioja era mucho más de lo que es hoy, abarcaba parte de lo que es la iglesia de los mormones que está detrás y tomaba prácticamente toda la plaza y todo lo que sería el edificio que hay ahí. Abarcaba la manzana completa: allí estaban las caballerizas, las canchas de tenis y pequeñas habitaciones destinadas a la servidumbre", precisó el historiador viñamarino, Jorge Salomó Flores.
Según da cuenta la revista Arquitectura Patrimonial del Archivo Histórico de Viña del Mar (Ediciones "El Angel", julio 1998) el solar donde se emplaza el edificio perteneció a los terrenos de la Quinta San Francisco, residencia de los fundadores de Viña del Mar, José Francisco Vergara y su esposa Mercedes Álvarez hasta su traslado a la Quinta Vergara.
Tras la catástrofe que significó el terremoto de 1906, la propiedad que por entonces pertenecía a Carlos Newman, se derrumba. Sólo se mantiene en pie un muro que se utiliza en la nueva y actual construcción. En el año 1907, el empresario español Fernando Rioja Medel decide adquirir el terreno de cuatro hectáreas que conformaban la antigua Quinta San Francisco y encarga al arquitecto francés Alfredo Azancot la construcción de su nueva residencia.
LOS FANTASMAS
En una reciente visita de inspección a las obras de recuperación del edificio, la alcaldesa Virginia Reginato saluda a una de las trabajadoras -de nacionalidad española- y lo primero que le pregunta es por algún fantasma. Y es que las historias de espíritus pululando por el edificio son tan antiguas como los cimientos del palacio y no hay quien no haya escuchado hablar de espectros que recorren los jardines e incluso uno que, de vez en cuando, deleita a guías y cuidadores con una que otra pieza musical en el piano.
Uno de los supuestos fantasmas deambulando por el palacio sería el propio dueño del edificio, quien habría fallecido en su residencia en 1922.
Otra de las historias cuenta que el importante hombre de negocios, miembro de la antigua aristocracia viñamarina, casó a una de sus hijas - tuvo 9 hijos: 6 varones y 3 mujeres - con un noble español, quien tras consumar el matrimonio habría devuelto a la joven a su padre al descubrir que la doncella no era virgen. La joven habría mantenido un tórrido romance con un cochero que en extrañas y desconocidas circunstancias habría sido asesinado en el mismo palacio.
Según el rumor local, allí vaga el fantasma de este chico en busca de su amada. Lo mismo que el espíritu de Fernando Rioja, quien con su característico atuendo de la época deambularía por las enormes habitaciones.
Los mismos rumores populares asignarían al propio Rioja, los espontáneos acordes de piano que surgirían en los subterráneos del edificio, donde se emplaza el Conservatorio de Música Izidor Handler.
ELEMENTOS OBJETIVOS
Para el historiador viñamarino, Jorge Salomó, no existen pruebas empíricas que demuestren o desvirtúen la presencia paranormal en el Rioja sin embargo, menciona algunos elementos objetivos y reales que pudieren sustentar estas leyendas en torno al palacio: la presencia de una mesa octogonal supuestamente empleada para la invocación de espíritus y las mediciones de energía paranormal que efectuara hace un par de décadas el desaparecido parasicólogo miembro de la Federación Internacional de Parasicología y por años columnista de La Estrella, Andrés Barros Pérez-Cotapos.
LA MESA
"En el Palacio Rioja hay un elemento objetivo que uno no puede negar que es el hecho de que existe una mesa de 8 patas que fue utilizada fehacientemente para prácticas de espiritismo. Esta mesa octogonal tiene incluso en el centro, en su parte inferior, el depósito para poder colocar elementos humeantes para poder realizar estas ceremonias esotéricas. Eso es una realidad, un dato de la causa innegable", precisó Salomó, añadiendo que la mesa se ubicaba en el salón Imperio del palacio y que es parte del mobiliario que aún se conserva del recinto.
cajones secretos
Otro de los elementos que permitirían alimentar el ambiente de misterio en torno al palacio serían, según el historiador, la existencia de algunos cajones secretos que no se podían abrir directamente y que poseían claves de movimientos específicos y ordenados que permitían su apertura.
"Esto era muy típico de los palacios - las cajoneras con secretaires - porque la gente para guardar las joyas, pensemos en el tiempo que en que no existían llaves ni cerraduras, empleaba este sistema. Hoy incluso, si vas a Praga o Budapest te venden cajitas que tienen estos sistemas", recordó Salomó.
Sin temor a ser criticado por sus escépticos colegas, Salomó plantea que lo más concreto y certero es que en el palacio había fiestas de distinta características, había un laissez faire muy característico de la vida en la Belle Epoque y por lo tanto las fiestas comenzaban de una manera formal y terminaban de otra muy distinta.
"Las fiestas partían muy aristocráticas y terminaban muy apasionadas porque las fiestas de esa época eran muy de damas y caballeros en salones diferentes, pero luego se perdía la pompa del inicio y venía la vida humana, las pasiones, la sensualidad, el erotismo y eso era parte de la vida del Palacio Rioja claramente así que no tengo duda que en el palacio ocurrieron muchas cosas humanas y las cosas humanas se van transformando en leyenda. No voy a apelar a mi profesión para reafirmarlas, pero también son propias de todos los castillos. Los castillos y los edificios que se hacen valer como tales en el mundo, crean sus leyendas", destacó Salomó, señalando a modo de ejemplo la historia del jorobado de Notre Dame en Francia o el más reciente, el monstruo del Lago Ness en Escocia.
Para este historiador, parte del pedegree de un palacio está también dado por sus historias y desde su perspectiva, con una mirada turística, no es errado enriquecer estas leyendas que tanto gustan a las personas.
"A mí no me molestaría en absoluto que tengamos pianos que suenan solo, fantasmas que de repente visitan el Palacio Rioja, yo creo que eso es parte del pedegree de un buen palacio. Un palacio sin historia o sin leyendas como que pierde pedegree, y en esto, ojo, no estoy opinando como historiador, sino que desde el criterio turístico", precisó Jorge Salomó. J