Virgen de Lo Vásquez les cumplió sueño de ser padres
Marcelo González y Yasna González son un matrimonio santiaguino que trataron de todas las formas posibles el ser padres. Se hicieron exámenes, tratamientos largos y costosos y nada, ni siquiera los doctores les podían dar un diagnóstico certero de qué era lo que pasaba con ellos. Simplemente no había caso.
Por eso y sin nunca perder la esperanza y la fe, el año pasado concurrieron al santuario de Lo Vásquez, se tomaron de la mano, cerraron sus ojos y se encomendaron a la Virgen: "queremos ser papás", le confesaron.
Sin embargo, al poco tiempo, el sueño se cumplía. Yasna González llevaba una vida dentro y tras nueve meses, dio a luz el 2 de noviembre pasado a Dayra Mía Pascale, la pequeña que hoy va en brazos de su padre que se acerca de rodillas a enfrentarse nuevamente con la virgen.
"Ella nos dio la bendición. Ni los médicos podían detectar qué teníamos los dos como matrimonio, sólo nos decían que no podíamos ser papás. El año pasado vinimos caminando desde La Florida y nos dio esta bendición. Ahora también vinimos caminando y le vengo a presentar a mi hija con los colores de la virgencita. Vendré por cinco años y cuando ella esté grande quiero que me acompañe. Yo siempre he creído en ella, pero ahora con esto, mucho más. Ojalá que podamos tener más hijos", dijo el joven padre esperanzado y lleno de emoción.
feligreses extremos
Esta vez, al igual que en años anteriores fue posible visualizar a los fieles que cumplían con las mandas más extremas para agradecer a la Virgen. Muchos se arrastraban de pecho o de espaldas, con velas encendidas en sus manos y no conformes con el enorme sacrificio que eso significaban lo repetían después de unos momentos de descansos.
Claudio Figueroa es de Santiago tiene 45 años y hace 31 que camina al santuario y se arrastra de entrada y salida dos veces hasta el altar. Dice que lo hará hasta que el cuerpo le responda.
Dice que no tiene mayor preparación antes de hacer este enorme esfuerzo. "Llega el día y sé que tengo que venir y cumplir no más", dice resignado.
Don Luis Cristi y don Claudio Acuña son vecinos del sector de Colina, en Santiago y ambos ingresan arastrándose de espaldas al santuario con una mochila en sus vientres. En su boca una estampita de La Virgen de Lo Vásquez y velas en sus manos que arden y cuya esperma se les pega en la piel.
Aunque ninguno de los dos quiso ahondar en el porqué de sus sacrificios, comentaron qué significa para ellos realizar esta manda por años.
"Tengo 41 años, lo hago hace 26 años por mi madre y mis hijos, por el bienestar de ellos, pero no puedo comentar más, siempre lo he hecho con mi vecino, nos acompañamos en esto. Primero vamos al Santuario de Los Andes y después venimos para acá, nos preparamos sicológicamente y harta agua no más", dijo Claudio Acuña.
Por su parte don Luis de 51 años, lleva 31 realizando la manda, lo hace por sus dos hijas, pero es un secretos entre ellas, él y la Virgen el porqué del esfuerzo.
"Ellas están bien gracias a Dios, pero yo haré esto hasta que tenga vida y salud, me demoro entre dos y tres horas en hacer el recorrido completo, voy con velas. La manda es manda, uno tiene que enfrentar las consecuencias y cumplir con lo que prometió. Yo no tomo agua ni de entrada, ni de salida. Ahora yo descanso un rato y me doy otra vuelta de espaldas y con velas", dijo con resignación.
emoción
El hijo de la señora Teresa Núñez, de Valparaíso, tiene 40 años y un cáncer cerebral hace cinco. Ella, como toda madre que no se resigna a ver a un hijo enfermo, le pidió por él a la virgen y a sus 70 años camina de rodillas hacia el altar.
"Mi hijo tiene un tumor en la cabeza hace cinco años y la virgen lo ha mantenido bien, voy hacer esto unos tres años más yo creo. Mi hijo está agradecido por este sacrificio, yo soy bien devota de la Virgen y cuando entró acá lo hago pensando en lo que ha vivido mi hijo. Él ha estado bien", relata mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
Una vez que deja de conversar baja su cabeza, toma un respiro y continúa su doloroso recorrido.
Como es habitual todos los años se hacen llamados a los fieles a no exponer su salud para agradecer los milagros de la virgen.
Se pide respeto respecto de la forma en que cada uno elige el modo de cumplir las mandas, siempre y cuando eso no vaya en desmedro de la salud de quienes eligen las formas más extremas para agradecer los favores concedidos. J