Mena y su obsesión por un Valparaíso imaginario
"Estoy un poco cansado de esta ciudad. Hace dos días me asaltaron en el cerro Cordillera. Un tipo me puso un cuchillo en el corazón y me robó la mochila con mi celular. Traté de arrancar, pero me pilló. Nunca me habían asaltado en Valparaíso y ahora me pasa esto", relata el pintor Eduardo Mena, con un tono donde se puede dibujar un poco de frustración y de rabia.
El famoso artista, uno de los pocos pintores que vive de sus obras en Valparaíso, es un santiaguino que por muchos años viajó por Latinoamérica en un impulso nómade que sólo fue calmado cuando llegó a Valparaíso.
"Me gusta Valparaíso ya que es como un pueblo. Aquí te topas con la gente en la calle y el contacto es directo. Ahora están llegando muchos turistas y eso está bueno. Hay muchos café y restoranes que se están abriendo. Ojalá a todos les vaya bien", dice, como tratando de borrar las huellas memoriales que le dejó el asalto y tratar de reenamorarse de la ciudad que lo atrapó definitivamente.
EL PINTOR
Eduardo Mena nació en Santiago, en 1964). Se estableció en el 2001 en Valparaíso, donde se ha dedicado a retratar de manera inconfundible los mundos escondidos que habitan dentro de la ciudad. Ha realizado más de una decena de exposiciones individuales en Chile y México. El 2009, comienza a intervenir con graffitis las paredes del Puerto. El 2010, realiza para el hall del edificio de la Contraloría de Valparaíso un inmenso nocturno sobre tela, de 6 x 8 metros. Recientemente concluyó dos enormes murales, que conforman la obra titulada "Puerto Bellavista", que serán instalados en un nuevo restaurante de Santiago.
"ETAPA NARANJA"
Sus pinturas sobre la noche de Valparaíso fueron, en un momento, uno de sus principales sellos. Ahora ha pintado un gran mural lleno de luz y calor, "y muchos dicen que estoy en mi etapa naranja", dice entre risas.
- Creo que podríamos darle esa interpretación. Hay varios factores que se han ido sumando para plasmar más calidez en mis cuadros. El primero es el nacimiento de mi hijo. El segundo es que pintar nocturnos me estaba dejando ciego. El lograr diversos tonos de negros es algo bastante complejo para los ojos y ya estoy cansado y como tercer argumento creo que todos vamos cambiando, mutando, y era normal que algo así pasara.
Eduardo Mena es uno de los pocos pintores que todavía instala seres humanos, y porteños en sus cuadros. Durante muchos años pintó "in situ", pero ahora sus paisajes y sus personajes brotan de su mente, manteniendo una atmósfera porteña imposible de confundir.
"El mural que me encargaron para el restorán de Santiago tenía que ser cálido ya que lo instalarán donde hay gente que estará comiendo y pasándola bien. Dibujé una esquina de la ciudad que no existe, con una peluquería que se llama "El fiel reflejo" y un bar, que realmente no están en ninguna parte de la ciudad. Cuando la gente ve el mural dicen: esa parte queda en tal lado, o en tal otra y sólo está en mi mente, pero refleja toda la atmósfera de Valparaíso", explica Mena.
El pintor sabe que está cambiando, que está evolucionando. De sus famosos nocturnos, ha pasado a la claridad y ahora quiere dejar de lado un poco Valparaíso y centrarse más en sus seres humanos, en sus personajes, especialmente en los que tienen un oficio, explica mientras muestra un potente organillero que está detrás de los cerros.
LA CHILENIDAD
"El poeta Erick Pohlhammer dice en un libro de conversaciones que tiene con Dino Samoiedo que la chilenidad podría describirse como Condorito o los cuadros de Mena. Me gusto mucho esa descripción y creo que se le podría agregar también que se podría encontrar lo porteño", explica el artista.
Frente al tema de la chilenidad, mena es muy crítico. "Creo que los chilenos ahora están mal. La mayoría anda con el chaqueteo, con el tema de la plata y el consumo masificado. Eso realmente me apesta y el problema es que el 90 por ciento de la gente está en esa parada".
Pero el pintor también reconoce algo positivo. "Creo que el estar en esta isla, que es Chile, hemos permanecido más inocentes (a pesar del Internet y las redes sociales), seguimos siendo hospitalarios con el extranjero, somos buenos para ofrecer la casa y tenemos un humor irónico bastante desarrollado".
En Valparaíso Mena ha logrado tener un buen grupo de amigos. "Ahora uno los ve menos, pero la amistad se mantiene. los hijos, la familia, son temas que ocupan mucho tiempo. Además uno ya no está para asistir a todos los carretes. La edad te va provocando que seas más selectivo, además que después quedas muy cansado y tirado", asegura mientras prende uno de sus cigarrillos.
TIEMPO DE OCIO
"Igual me gusta Valparaíso. Creo que la calidad de vida que tienes aquí no la encuentres en muchos lados. Los espacios son grandes y puedes moverte con facilidad y sobretodo aquí hay más tiempo para el ocio, que en la grandes ciudades ya desapareció y andan todos estresados", señala.
Eduardo mena seguirá pintando, es lo que más le gusta hacer en la vida, y sus cuadros seguirán reflejando, ahora más íntimamente, el alma de esta ciudad que está fijada en cada cuadro. J