Pajarito
Las picadas en Valparaíso son un fuerte espacio cultural regional, van de esquina en esquina repartiendo de lo mejor de la gastronomía con todo lo que conlleva ser una picada, movimiento cultural, mucho de decoración criolla (que no siempre es de todo gusto), mucho de influencia, juegan con la edad y la duración de sus propias tradiciones hasta que ellos mismos se convierten en una y hacen del comer una fiesta extraña, pero fiesta al fin, que nos lleva a conocer a la gente con sus cosas buena y malas, se van refaccionando de forma constante. Esta vez, el Pajarito fue mi objetivo, en realidad casi por accidente, no porque no haya querido estar allá sino porque no sabía de su ubicación, y cumplía a cabalidad con todo el párrafo anterior, me llevó a un "scanner" del puerto, y quizás del porteño, que se niega a ciertas comodidades o avances, pero mantiene firme otras cuantas que confunden un poco el fondo… con una propuesta visual más cargada que en otros locales, este se levanta casi como una galería de arte intervenida por mesas, que tiene como estilo artístico que se mezclan con mesas tradicionales, de las que respetan el mantel plástico, y con el piso mal tratado por el tiempo que hace la silla bailar. Además de todo eso, hay comida… ¡Sí! Hay comida, y desde mi percepción buena comida pero mejorable. Un salad bar pequeño con buenas mezclas de productos frescos, se nota que se cocina día a día y varias ofertas de menú, esta vez, comimos una ensalada variada, que tenía pepinos, lechuga, tomate, coliflor, etc., todo como comentaba antes fresco y de buena calidad, la elección del principal fue algo más compleja, una quiche de vegetales, que se veía con la masa algo más delgada de lo normal, y tostada en los bordes que hacen presentir que está un poco amarga y reseca, dejó paso a un pastel de choclo que estaba bien logrado pero con errores en servicio quizás de experiencia o tiempo, una pastelera de choclo algo áspera, quizás sin la cocción suficiente o manteca que le dé suavidad, sobre pino de carne de vacuno con mucha carne y poca cebolla, lo que reseca un poco la preparación pero le da extra sabor… y parte de los acompañamientos correctos, al menos a mí me tocó huevo y pollo, faltando aceitunas y pasas, y quizás un poco de azúcar en el exterior, que carameliza la corteza, le da crocante y un sabor dulzón agradable, donde estuvo el problema, quizás estaba recién hecho, o no reposó, pero el servicio fue en imagen algo desastroso, con muy buena voluntad el cocinero logró sacar de la budinera todo desmoronado un pastel de buen sabor pero de mal aspecto. Con valores justos y porciones correctas quedamos quizás con un sabor poco dulce, no logré encontrar todo lo que buscaba, pero para ser justo estaba todo correcto, sin el valor agregado, pero correcto.