Las actrices porno también se enamoran
En este momento, Camila debe estar en la mira de un camarógrafo mexicano. Es el debut de esta mujer en el cine pornográfico, un hecho trascendental en su vida, confiesa.
gordo, pelado y fresco
Sin embargo, al cabo de diez años, se reencontró con este novio en un gimnasio. El tipo estaba más gordo, pelado y con 5 hijos de diferentes mujeres, a lo cual Camila se dijo: "de la que me salvé".
Lo que sorprendió a Camila, es que el señor no se aguantó las ganas y le pidió por favor, un "remember".
Otro novio marcó su presente y futuro. Se trata de un profesor de gimnasia de quien se enamoró. Dice que él la orientó en muchas cosas y a la vez, compartió con ella sus trivialidades como: andar en moto, practicar kárate y tener ambición de vida. "No es la ambición por acumular cosas -aclara- sino por estudiar, por mejorar como persona y como ser humano", dice.
El señor le llevaba 23 años de diferencia, lo cual es bastante, dice Camila. Con cierta resignación aclara: es un hombre simpático y le gusta el ejercicio. "Es ágil y tiene todo lo que un chico de mi edad no tenía como la experiencia de vida. En el aspecto sexual, admito, le enseñé mucho más de lo que él a mí. Fue una relación simpática, interesante y educativa de hecho con él conocí mi primer motel en Santiago", afirma.
A la larga, la edad limitó demasiado al amante. Él se cansaba y no tenía ganas de hacer el amor. No eran compatibles en ese momento. Para Camila, el sexo era trascendental en la relación. Así, ella le fue infiel tras conocer una página web para encuentros. La gota que rebasó el vaso fue cuando él descubrió que Camila trabajaba como escort.
Quedó la grande, dice con vehemencia. Así concluyeron cinco años de relación.
Amor porno
Se hicieron pololos tras el casting de una película porno que se iba filmar en Chile, que se llamaba: "La mina se comió a los 33". Eso fue en diciembre de 2010. "Me embaracé en febrero y marzo del 2011. Quedé fuera de la película", dice.
Con el papá de su hijo fue una relación intensa, a tal punto que decidieron convivir. "Fue algo mágico, pero muy rápido. No resultó por diferencias de pensamientos y de carácter".
Se separaron. Camila quedó sola, embarazada y literalmente viviendo de casa en casa, como una gitana. Aprendió -dice- que lo que fácil llega, fácil se va.
Después del chaparrón, comenzó a valorar la amistad sincera. Cambió en 180 grados. Aprendió a ser un poquito más desconfiada con los extraños y clientes. En ese lapso Camila dio a luz. "Yo miraba a mi pequeñito; miraba a las otras mamitas con sus padres, con su familia y yo sola en el hospital. Miraba a mi hijo con lágrimas en mis ojos y le decía: vamos a salir adelante. Son cosas que no se olvidan porque yo puedo ser muy prostituta, muy perra, muy loquilla, pero tengo un lado humano y lamentablemente no lo olvido".
Camila reconoce que tiene un carácter muy fuerte. Se define orgullosa cuando la dañan, a tal punto, que le puso otro apellido a su hijo. "El fue planificado por ambos pues estábamos conscientes de ser padres; cuando el padre de tu hijo te dice: 'yo no lo siento como mi hijo', para mí desde ese mismo instante ese hombre dejó de existir en mi vida. En consecuencia lo liberé de todo, absolutamente de todo, lo que tenga que ver con mi hijo y le puse otro apellido".
Dice que si el padre quiere algo con su hijo, se lo tiene que ganar con actos hacia el niño.
Con el último novio duró 4 meses. Le presentó a su familia y a su hijo, pero vio que nunca hubo onda. "Los interesados deben saber que la Barbie Morocha, además de venir con caño incluido, viene con un hijo y dos perritos. El interesado se tiene que ganarse a mi hijo pues yo soy más madre que mujer. Por eso sigo soltera pues el hombre sólo quiere pasarla bien conmigo pero yo, a esta altura, a mis 30 años, busco alguien como para envejecer juntos. Ya no estoy para vivir una vida loca; ya viví mucho eso para tener relaciones esporádicas, además mis clientes me pagan por eso, para coger esporádicamente sin que signifique una relación", afirma.
Dice que la única opción para seducirla es conocerla fuera de horario de trabajo. En la calle anda piola, deportiva y sin maquillaje. "Lo que menos quiero es que me joteen", dice. J