Cualquier extraño que hubiese entrado ayer al pasaje General Vidaurre, de Playa Ancha, hubiese pensado que en el lugar los vecinos estaban de fiesta. Globos blancos y verdes, y banderas de los mismos colores, adornaban las fachadas de las casas y los cables que atraviesan la calle. Pero no era una celebración, sino que un emotivo adiós y homenaje a un menor ejemplar quien, tras fallecer en circunstancias trágicas, entregó vida a personas que lo necesitaban, gracias a la donación de sus órganos.
El protagonista de esta historia es Diego Alonso Lara Rodríguez, de 14 años, alumno de primer año de enseñanza media del liceo A-23 de Playa Ancha.
El sábado 12 de julio, el adolescente disfrutaba de una alegre jornada junto a sus tíos-abuelos y otros familiares y amigos en la calle General Vidaurre, cercanías del cementerio N°3.
Lo pasó tan bien con sus amigos y parientes, en medio de su temporada de vacaciones de invierno, que decidió irse temprano a la casa de sus padres, en Rodelillo. La idea era conseguir permiso para regresar el martes con sus parientes y amigos playanchinos.
Pero el destino quiso otra cosa. Tras despedirse, a escasas cuadras, en calle Alcalde Barrios con Santa Marta (frente al ex hogar de menores), un bus de la empresa Sol del Pacífico que se dirigía hacia la garita atropelló en forma violenta a Diego cuando cruzaba la arteria.
'Me vinieron a avisar que lo habían atropellado y pensé que lo iba a encontrar llorando, lesionado de una pierna... pero lo recogí convulsionando, inconsciente, con graves lesiones en su cabeza', recuerda su hermano, Sebastián Lara.
Diego fue llevado de inmediato hasta la Unidad de Emergencia Adulto del hospital Carlos Van Buren, donde ingresó politraumatizado, con un TEC grave y un traumatismo facial, por lo que se mantuvo con riesgo vital en la UCI pediátrica del recinto asistencial.
'Está más que claro que el bus iba a exceso de velocidad. El golpe fue muy fuerte, porque los doctores decían que un atropello a una velocidad normal de 50 km/h en zona urbana no hubiera provocado ese daño', cuenta Sebastián.
Con el paso de las horas el estado del pequeño se fue deteriorando. Los médicos adelantaron a la familia que el pronóstico era sombrío, lo que se confirmó tras derrames cerebrales y un edema. La muerte cerebral sobrevino pasado el mediodía del lunes.
Allí se produjo el gran gesto de amor de los progenitores y otros familiares del pequeño, quienes aceptaron que se extrajeran sus órganos para trasplantes.
'Uno no puede ser egoísta, no se lo puede tener conectado a una máquina porque no iba a ser el niño feliz que era. Lo mejor era donar, no sacábamos nada enterrándolo con las partes de su cuerpo que estaban buenas', afirma Sebastián.
Tras la muerte de Diego, fue posible la extracción de órganos como córneas y riñones, los que, de acuerdo a lo informado a la familia, mejorarán la vida y prolongarán la existencia a siete personas en lista de espera para un trasplante.
'Estoy feliz que Diego esté viviendo en otros niños. Qué lindo que pueda mirar a través de otros ojos. Mi hermano va a ser como un gato con siete vidas', añade con mesurada alegría Sebastián , quien es camionero y también donante de órganos.
Respecto de lo legal tras el atropello, sólo esperan que la Fiscalía actúe, pero están disconformes con el proceder del chofer E.G.T., quien tras ser detenido recuperó la libertad en forma inmediata, y de la empresa Sol del Pacífico, que no se ha acercado a la familia.
Diego Lara era un adolescente alegre, aficionado al fútbol y wanderino de corazón. Soñaba con estudiar electricidad o ingresar a la Fuerzas Armadas, antes tener barba y pelo largo, como su hermano. 'Era un ángel y le faltó tiempo para poder hacer muchas cosas', afirma el joven.
Ayer por la tarde, tras una misa en la iglesia San Vicente de Paul, el cortejo enfiló hasta el cementerio N°3, que lo recibió con globos blancos y verdes. Ahora Diego descansa en paz, y la familia tiene la resignación de que, junto con su memoria, su vida se extenderá en otros, que quizás algún día quieran conocer la grandeza de este niño de gran corazón. J