En 'Che Mario' ahora los manteles se quedarán atados: la cábala no funcionó
'Por lo menos no nos hicieron siete' se lamenta uno de los cocineros del 'Che Mario', el restaurante de parrilladas argentinas que se transformó en el epicentro de la albiceleste en una Viña del Mar que vio como los trasandinos que viven en la Ciudad Jardín, se fueron en masa a ver la final a Mendoza. El dueño de la fiesta es Gonzalo Romero, el más apasionado, el que se fumó cuanto cigarro pudo en el entretiempo y cuando se supo que había alargues. Con 13 años en Chile, Romero, no entendía por qué la antipatía de los chilenos con su natal Argentina. 'Llegó un cliente y le vino a decir a mi madre que venía a vernos perder, por qué son así', se cuestionaba. Este fanático, que gritó a no poder más, terminó con los ojos llenos de lágrimas y -según dicen- pagándole una apuesta de $20 mil a Mauricio, uno de los meseros que puso sus fichas por Alemania.
En una de las mesas del local de 6 Norte está Gisella Pérez, lo acompaña Rodrigo López y dos nenitas que sólo saben de las caricias que su madre les hace durante el partido.
La hincha argentina espera mellizas, y no quiso estar ausente de este momento deportivo, el que compartió con sus futuras hijas, las que cuidó de los impulsos futboleros cada vez que Argentina estuvo a punto de anotar el gol que los llevaría a la gloria.
Los manteles están atados con tres nudos en 'Che Mario', una cábala que Gonzalo explica. 'Lo hemos hecho en todos los partidos y ha funcionado. La cábala viene de mi abuela, la idea es atar el mantel con tres nudos y pedirle a Pilatos que ganemos, y que si no, no lo desatamos', contó Romero, quien ahora tendrá que quedarse con los manteles atados para servir la especialidad de la casa: el bife chorizo, la entraña, la costilla y el fernet típico argentino. J