No quería irse del escenario. Tan bien lo pasó en su intenso show que Laura Pausini se hubiera quedado a vivir en la Quinta Vergara. Es que la italiana se emocionó de veras, especialmente cuando le entregaron los premios. Con la gaviota de oro, sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo dijo: "Me quedé sin habla".
La italiana es una mujer intensa y anoche lo dejó claro en el escenario, donde entregó un concierto vibrante que desbordó energía y emoción. Saltó, gritó, se tiró al suelo rockeando y hasta entregó consejos, cual mamá, a sus fans.
Se presentó en el escenario de terno y corbata para interpretar "Limpio", emocionando al público que llegó a la Quinta Vergara para verla especialmente a ella, quien volvía a Viña del Mar después de 17 años y con una historia de grandes éxitos acumulada.
Fue temón tras temón. Rápidamente vinieron "Bienvenido", "Primavera anticipada" y "En cambio no". Entre medio dio un discurso para convencer a los presentes que le expresaran sus sentimientos a las personas que quieren, a propósito de la muerte de su abuela el 2007, de la que por fortuna alcanzó a despedirse.
Un momento emotivo se dio cuando la cantante le dedicó a su público "Volveré junto a ti". Vino la entrega de antorchas, las que recibió saltando de alegría.
Hace muchos festivales que no se veía a un artista tan auténtico y espontáneo, que se entregara por completo y más encima cantara bien. A pesar de sus gritos, su voz siempre se mantuvo intacta.
Y los hits no terminaban. Vino "Amores extraños", "Se fue" en versión salsa y la más esperada de la noche, "La soledad", con arreglos del maestro Ennio Morricone, con la que dio por terminado el show. Pero no se iba del escenario. Presentó a sus músicos, el coro y a todo su staff. Hasta dijo que sus vestidos eran de Giorgio Armani. Y no se iba. Ahí se mandó un último mensaje: "Hagan el amor esta noche". Pero todavía le quedaban energías. Las que ocupó en cantar "Gracias la vida" a capella. Fue un show redondo, que dejó felices a moros y cristianos.