Nombre: Matías Álvarez Profesión: Hombre bala
Todos los días, este joven de 23 años se mete dentro de un cañón de 5 metros de largo y sale disparado al cielo, con la esperanza de aterrizar sobre una red.
Para Matías Álvarez, un día de trabajo cualquier empieza más o menos así: al llegar a la pega, se enfunda en un ajustado traje blanco, se pone un caso y se sube a un camión al que está acoplado un cañón. Con toda tranquilidad, se mete dentro del tubo y es literal mente disparado por los aires, recorriendo una distancia aproximada de 5 metros. Para finalizar, cae sobre una red que le salva la vida, se baja con cuidado, recibe el aplauso del público y se prepara para el próximo disparo.
El "hombre bala" tiene 23 años y hace uno se dedica a este singular y osado trabajo, en el "American Circus".
Pero Matías no siempre se lanzó desde un cañón. A diferencia de muchos de los trabajadores del circo, él llevó una vida "normal" durante toda su infancia.
Antes de convertirse en el "hombre bala", Matías incluso se planteó la idea de estudiar Derecho y transformarse en un abogado, pero las luces y el escenario los sedujeron y se puso a estudiar teatro.
"No quiero ponerme un traje, no quiero cumplir horarios de oficina.,, Aquí cumplo con mis horarios, pero para mí esto no es un trabajo, ya que puedo divertir a la gente y divertirme yo", dice.
A pesar de que su vida ha sido más convencional que la de otros artistas circenses, dice que siempre ha estado relacionado con el espectáculo, ya que su padre es un conocido empresario de este rubro. Por lo mismo, no fue difícil para Matías comprender la rutina de trabajo y el estilo de vida que se desarrolla dentro de una carpa.
Sensación
Lanzarse desde un camión a más de tres metros de altura no es tarea fácil para nadie. El "hombre bala" reconoce que este número ha sido uno de los más difíciles de su carrera.
"Las primeras veces no me tiré, me quedé adentro y miraba, miraba, miraba... Definitivamente no estaba preparado", confiesa.
Los primeros ensayos de este número se realizaron en el campo, en un terreno abierto, para evitar así cualquier tipo de accidente que producido por la inexperiencia. "Cuando yo estaba ensayando, las primeras veces veía un punto en el horizonte, entonces yo no sabía dónde iba a caer y eso de alguna forma era lo que más me atemorizaba, no saber si estaba todo bien. Pero cuando uno escucha la cuenta regresiva, ya no hay nada que hacer y sólo queda lanzarse", explica.
Antes de prender la mecha en el cañón del circo, Matías tuvo que pasar por una preparación previa. Por ejemplo, en cuanto al físico. A Matías lo ayudó el hecho de que, antes de realizar este arriesgado número, practicaba regularmente gimnasia, lo que le ha permitido tener la musculatura necesaria para ser lanzado por los aires.
Álvarez reconoce que con cada lanzamiento siente menos temor y ahora ya no se preocupa de lo que puede pasar al final del acto, sino de qué pirueta hacer mientras está en el aire.
"La técnica que uso es tratar de no pensar mucho, y tratar de pensar más en el vuelo porque ahí empiezan los "qué hice", "qué no hice" "que la red"... pero finalmente, teniendo todo revisado, es difícil que algo salga fuera de lo planeado", afirma.
Pero Matías es honesto: reconoce que un simple error de cálculos puede terminar con un choque frontal contra las graderías. Por lo mismo, en cada show revisan cada uno de los detalles antes de comenzar el número. "Ésta es una de las disciplinas que más accidentes ha tenido dentro de los espectáculos circenses. De hecho, en México hace un tiempo un muchacho murió antes de ser disparado, ya que tuvo un problema con el cañón. El año pasado también en Colombia otro mucho no alcanzó la distancia para la red y cayó fuera y también murió", revela.
Al "hombre bala" en verdad no le preocupa sufrir un accidente, pero sí a Camila Palma, su polola, con quien lleva ya dos años de relación. La muchacha, que también trabaja en el circo, es trapecista y sabe bien lo que es andar por los cielos.
"Al principio sí tenía problemas con que yo me lanzara en cañón, pero como yo no tengo ningún problema con que ella ande dándose vueltas en el trapecio, ninguno de los dos puede oponerse a los trabajos del otro", señala Álvarez.
Cábalas
En el mundo circense existen miles de cábalas que permiten a los artistas estar más tranquilos sobre el escenario, en especial si deben hacer actos peligroso. Pero el "hombre bala" no está muy de acuerdo con algunas creencias que surgen dentro de los circos y que están tan arraigadas que se toman como ciertas.
Para él, muchas de las cábalas son creadas por los mismos empresarios circenses, quienes esperan con esto asegurarse que los actos se lleven a cabo a tiempo.
"Dicen que jugar cartas está prohibido dentro del circo, pero yo creo que es porque a veces la gente se perdía de salir a un acto por estar sentado en las cartas. Tampoco se puede comer maravilla aquí adentro. No quiero derribar los mitos y ponerme en contra del gremio, pero yo creo que es porque botan las semillas en el suelo y ensucian toda la pista", reflexiona.
No es que Matías, el "hombre bala", no crea en absolutamente nada, pero con el tiempo ha aprendido a analizar mejor cada una de las situaciones que ocurren dentro de la carpa. "Yo sólo creo en el poder de la gente, y creo que ese poder está subestimado", cuenta Álvarez.
"Lo que más me atemoriza es no saber si está todo bien, pero cuando uno escucha la cuenta regresiva, ya no hay nada que hacer". Matías Álvarez, el "hombre bala".
Cada vez que Matías debe subirse a la pista, adopta la personalidad de un personaje que él ha creado para la ocasión y cuyo nombre es Matute. "Cuando chico todos me decía Matute, por el policía de Don Gato. Así que decidí adoptar ese nombre, pensé que era mío y me representaba", cuenta el joven. Pero Matute no es un recién llegado en las pistas, ya que viene de una familia de tradición y en donde por años han existido talentosos "hombres bala". Por lo mismo, el payaso ha sentido a lo largo de toda su vida la presión de entrar al mundo circense y convertirse en la estrella más brillante de este circo.
Matute