Discapacitada quedó atrapada entre las puertas del metro
El hecho ocurrió en la estación de Quilpué. Un pasajero anónimo logró rescatarla.
Desde que su esposo quedó hospitalizado por un cáncer terminal en una clínica de Limache, la señora Orieta González, de 60 años, quien debe andar en silla de ruedas por una severa esclerosis, decidió que lo iría a ver todos días, viajando en metro.
Sin embargo, el miércoles pasado, cuando ella regresaba del hospital con una amiga y quiso descender en la estación Quilpué, vivió un episodio que le pudo costar la vida.
"Eran como las 19.20 horas cuando llegamos a la estación para bajarnos e ir a casa. Antes de nosotras descendieron unas pocas personas, pero cuando quisimos hacerlo, una rueda de mi silla se quedó atascada entre el tren y el andén y nos pusimos a forcejear para sacarla", relata la mujer.
Fue justo en ese momento que el metro comenzó a anunciar con un pitido que las puertas se iban a cerrar en cuestión de segundos, lo que ocurrió y la mujer quedó atrapada entre las puertas del vagón.
"Asustadas, seguíamos forcejeando porque la mitad de mi cuerpo estaba afuera del carro y no podíamos sacar la rueda. Mi amiga me tiraba desde adentro, hasta que el tren empieza a avanzar y un joven que iba mucho más adelante se levantó y corrió a tirarme. Si no hubiera sido por eso, quizás qué habría pasado, porque al término de la estación hay un muro y pude chocar con él", manifiesta preocupada la señora Orieta.
Constancia
Con el forcejeo, la quilpueína quedó con una pierna hinchada, pasando de largo a otra estación.
"Iba muy mal, porque cuando mi amiga me ayudaba, yo me afirmaba con los puros brazos en la misma silla, pero me iba resbalando porque no tengo fuerza por la esclerosis. Luego llegamos a la estación Hospital, ahí nos bajamos a pedir ayuda y a dejar constancia de lo sucedido", detalla González.
Allí le tomaron el procedimiento, pero no quedó conforme. "Yo quiero hacer público este caso porque sé que ha pasado más veces y el metro no es amigable con los minusválidos. En los vagones hay unos stickers que indican donde debemos colocarnos, pero hay un asiento y yo con la silla sólo puedo ponerme al lado y afirmarme del fierro, corriendo el riesgo de resbalarme con el movimiento. Yo creo que deberían poner un botón que le avise al maquinista que gente como nosotros está subiendo o bajando y así no avance más rápido", apuntó la afectada.
La señora Orieta, confiesa que después de lo que vivió, quedó muy asustada y adolorida. "Por el dolor y el trauma que me causa volver a subirme al metro, no he podido ir a ver a mi esposo", señala. La Estrella se contactó con la empresa y señalaron que están estudiando el caso y que el lunes darían declaraciones.
Traumada