Alicahue, la misteriosa tierra del "Mandinga"
Uno de los rincones más enigmáticos de la provincia de Petorca, reúne históricos tesoros con antiguas leyendas.
A34 kilómetros, hacia el sector precordillerano de Cabildo, se ubica Alicahue, lugar que hoy por hoy concentra las miradas de quienes buscan conocer los atractivos turísticos de la comuna. Pero es sólo una parte del encanto de esta localidad, donde, a pesar del paso del tiempo, las leyendas y creencias locales continúan vigentes entre la comunidad.
En medio de los cerros que envuelven a quienes recorren los parajes rurales de la localidad, aparecen la Hacienda de Alicahue y los interminables relatos de los lugareños, que hablan sobre el diablo y sus andanzas por el pueblo.
Obra de los jesuitas
Prácticamente intacta se conserva la Hacienda de Alicahue, que se estima fue construida entre los siglos XVII y XVIII. En la actualidad es propiedad de los hermanos Silva Palacios, por lo que se debe obtener autorización para ingresar.
Respecto al origen de ésta, se cree que habría sido edificada por los jesuitas, algo que ratifica Ignacio Silva Matte, nieto de Ignacio Silva Ureta, quien compró aquellos terrenos, para llegar a vivir allí en 1886.
El descendiente de este senador de la República de principios del siglo pasado cuenta que "esa casa grande dicen que tiene más de 300 años y que la hicieron los jesuitas, pero no hay registros de eso. La tradición dice que sí".
Este hombre pasó su niñez en la casona, hasta que los destrozos sufridos producto del terremoto de 1965 lo obligaron a construir la casa donde ahora vive. Pero a pesar del correr de los años, aún recuerda como si fuera ayer los atractivos que guardan esas paredes que lo vieron crecer.
Silva, con sus 87 años, cuenta que la casa se llenaba de vida cuando se hacían las tradicionales reuniones familiares de antaño. Mudos testigos de esa época son los muebles y la capilla que en su interior guarda una antiquísima imagen de la Virgen del Carmen, que data de fines del siglo XIX.
"Adentro de la casona hay todavía muebles antiguos y una capilla que tiene una virgen muy antigua, del tiempo de mi abuelito, la señora de él la puso ahí parece. Cuando es la Fiesta de la Virgen del Carmen, esa imagen la saca la gente y la llevan a otra capilla que está cerca de aquí", explica.
Pasar cerca de esta casona y mirar su fachada es como volver al pasado. Sus paredes de adobe, grandes ventanas y amplio corredor la convierten en un verdadero tesoro de la historia del valle de Alicahue. Una rica historia que se remonta a la época prehispánica, pasando por el dominio de la Quintrala sobre estas tierras, hasta la actualidad, donde aún se pueden escuchar los cuentos que se tejen en torno al "coludo".
"Sí, escuché al diablo"
Ajenos a la vida de los dueños de las haciendas, históricamente los trabajadores organizaban reuniones con familiares y vecinos, donde aprovechaban de distraerse de las labores cotidianas del campo y contar las anécdotas más insólitas con la compañía de uno que otro vaso de vino. En todo el país se acostumbraba ese "ritual" y Alicahue no era la excepción. Si bien hoy ya no son comunes ese tipo de celebraciones, aún se mantienen los cuentos sobre el "mandinga" tan populares durante aquella época.
A escasos metros de la casa patronal vive José Luis Morales quien, a sus 66 años, asegura haber escuchado desde pequeño pasar al diablo por las afueras de su hogar, aunque nunca se ha atrevido a salir para verlo por el temor que les provoca. "Viene un miedo porque puede pasar algo", manifiesta el hombre.
Sin embargo, este alicahuino tiene claro que la señal inequívoca de la presencia del maligno se puede advertir por el extraño actuar de los canes del sector. Morales señala que "se siente cuando viene a lo lejos, antes dicen que bajaba por el cerro, pero ahora pasa por la calle porque se nota cuando empieza la "aulladera" de perros".
Marisela Muñoz tiene 36 años y también ha escuchado las historias del "coludo" junto a sus hijos. Nacida y criada en la localidad, dice no conocer tantas historias como José Luis, pero asegura que es común que. luego de las enigmáticas visitas del "Mandinga", esto sea comentario obligado entre los vecinos. "Cuando viene (el diablo) la gente siempre comenta al otro día y dicen "oye, ¿lo viste?"", cuenta la mujer.
Como éstas, son muchas más las leyendas que se tejen no sólo en Alicahue, sino que en toda la provincia de Petorca. Una zona llena de historias transmitidas de generación en generación, que se mezcla con aquella otra historia -la que aparece en los libros- para recibir con los brazos abiertos a aquellos aventureros que deciden regresar al pasado.
A escasos metros de la casa patronal vive José Luis Morales quien, a sus 66 años, asegura haber escuchado desde pequeño pasar al diablo por las afueras de su hogar.