Proyectan tener lechuzas en la cárcel para combatir roedores de cola larga
Mientras tanto, los internos porteños ejecutan plan de desratización.
Para evitar el contagio de enfermedades como el virus hanta y la rabia, en el complejo penitenciario de Valparaíso se realizó ayer la primera etapa de un operativo de limpieza ambiental.
El capitán Luis Ibáñez, jefe del Centro de Educación y Trabajo (CET), señaló que junto al área de salud de la institución buscan mitigar el riesgo de posibles plagas. Dice que se vieron afectados por los recientes incendios forestales, ya que los ratones se alejaron de las zonas silvestres y se acercaron a las dependencias en búsqueda de alimento.
Uno de ellos es el colilargo, portador del temido virus hanta. El oficial explica que el Servicio de Salud capacitó a tres internos del CET para que formaran un equipo de fumigación y control de plagas, los que han realizado cursos en el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). Están a la espera de obtener la resolución sanitaria de parte del SSVSA, para operar en toda la región.
Mientras tanto, colocan trampas con cebos en distintos sectores de la cárcel, como la panadería donde se elaboran 12 mil panes diarios y en un área agrícola con desechos orgánicos. El capitán Ibáñez agrega que otra problemática es la presencia de jaurías de perros vagos que podrían ser portadores de rabia.
LECHUZAS
Ximena Soto, encargada de salud de Gendarmería, destacó que gracias a la prevención no se ha detectado hanta, rabia u otras enfermedades asociadas. Considerando que en el complejo hay condiciones para que lleguen roedores, anunció que hay un interesante proyecto ecológico, que consiste en la crianza de lechuzas en el complejo.
La idea es crearles un hábitat natural en el perímetro del recinto carcelario, con casetas en el arbolado o en postes de unos 20 metros de altura, donde tengan agua y comida, y así ayuden al control de los ratones. La idea es factible y por ahora hay tratativas con la Conaf y otros organismos para llevarla a cabo en el mediano plazo.
Al interno Eduardo González le quedan cinco años para salir libre. Es electricista, no sabía de fumigación y tras capacitarse forma parte del equipo que controla la plaga de roedores. "Los ratones se van a los lugares donde hay comida, como el casino y el área agrícola donde hay semillas. Ha sido buena experiencia. Es un trabajo rentable si hay clientes, pero no tengo pensado dedicarme a esto cuando salga", expresó el reo porteño.
Caza ratones