Regresa la mujer de negro que cuentea a los incautos
Se había perdido, pero ha vuelto a Viña para contar la "triste historia" del asalto...
Hace unas semanas, el porteño Adrián Osses invitó a su novia a dar un grato paseo por Viña del Mar. Pero cuando cayó la tarde y la pareja llegó a la intersección de la calle Quinta con Viana, una misteriosa mujer vestida de negro se les acercó tiritando, para contarles una lamentable experiencia que le había tocado vivir.
"Apenas se acercó, nos empezó a decir que la habían asaltado a la salida de un supermercado y que le habían robado todo. Nos dijo que vivía en Quilpué y que no tenía como volver; estaba tan desesperada, tiritando tanto, que nos dio pena y le dimos mil pesos para que se fuera a su casa", recuerda Osses.
Acto seguido, los pololos siguieron su paseo, con la satisfacción de haber hecho una buena obra.
El mismo cuento
Sin embargo, hace dos días, cuando el porteño, como buen pololo, nuevamente invitó a su polola a pasear, la historia se repitió. Esta vez, en calle Álvares con Traslaviña.
"Íbamos lo más bien caminando cuando de repente se nos aparece la señora contándonos la misma historia del asalto. No alcanza a terminarla, cuando reacciono y digo "¡ohhh, es la misma señora de la otra vez! ¡era mentira!" y ella, como asustada, empieza a retroceder, hasta desaparecer. Mi polola me retó y me dijo que la hubiera dejado terminar el relato, pero me dio rabia que fuera una estafadora, quizás cuántos más han caído", cuestiona el joven.
En efecto, la mujer es conocida en el sector y no había aparecido desde hace un tiempo... hasta ahora.
testigos
Según indican los locatarios que la ubican, la mayoría de las personas cae porque la mujer no tiene apariencia de indigente y es muy educada en el trato. Eso, además de los tiritones y las lágrimas que regala a sus víctimas.
Carlos Lemus, suplementero del kiosco ubicado en Traslaviña con Álvares, se ríe al escuchar de ella.
"Esa mujer no va a cambiar. Lleva como ocho o diez años haciendo lo mismo y la historia no cambia: siempre dice que la asaltaron y que no tiene plata para no volver. De repente dice que vive en La Calera y que necesita dinero para comprar la tarjeta del metro, unos tres mil pesos", señala Lemus.
En cuanto a su aspecto, el kiosquero apunta que no sale del color negro, aunque haga calor. "Ella siempre anda muy bien vestida, pero de negro. Usa una cartera elegante y un vestido que termina como en puntas, asimétrico. Debe tener poco más de cuarenta años", describe el viñamarino.
Eso sí, don Carlos no la ha visto últimamente. "Por lo general "trabaja" como de las ocho en adelante y seguro no anda cuando yo estoy acá, porque la hemos encarado. Una vez, a una señora que le había dado cinco mil pesos le conté la verdad y ella partió a agarrarle el brazo y quitárselos por chamullenta. Los turistas deben tener cuidado", comenta.