Médico porteña arrancó de México por los narcos
Sin siquiera imaginarlo, Maritza se vio involucrada en una insólita guerra de narcos entre Los Zetas y el Cartel de Sinaloa. Escapó como pudo y hoy trabaja en un minimarket de Playa Ancha.
Actualmente, Maritza Arellano Ruiz, es vendedora del minimarket "Irina", ubicado en calle Levarte, Playa Ancha. Sin embargo, tras su sonrisa y agradable personalidad, se esconde una cruda historia que muy pocos conocen: estuvo 23 años en México, en donde luego de titularse como coloproctólogo y endocirujano, se enfrentó a unos narcotraficantes que la quisieron matar por no acceder a amputarle el brazo a un sicario.
La historia narco de México tiene enfrentadas a varias de sus mayores organizaciones, entre ellas Los Zetas, originaria de Tamaulipas, y el Cartel de Sinaloa -o la Alianza de la Sangre-, comandada por Chapo Guzmán.
Un buen día, llegó un sicario de este último grupo horriblemente herido en uno de sus brazos. Maritza lo tuvo claro apenas lo vio: había que amputar.
"No quise operarlo porque había que amputar un brazo y el señor no quería la amputación. Él me pidió que no lo hiciera", explica Maritza.
La banda rival, Los Zetas, en tanto, quería que el tipo sufriera y para ello amenazaron a la doctora.
"Me intimidaron para amputarle el brazo. Me llamaron a la casa y tuve que venirme porque vivía solita en Zacatecas y era mucha la exposición, el peligro. Me tuve que venir porque me intentaron matar Los Zetas", revela Arellano.
Sacando cuentas, la mujer declara que esto sucedió hace un año y medio atrás, cuando tenía 44. Para ella, esto fue fatal, porque aparte de quedar asustada, su objetivo era quedarse para siempre en México.
Por lo anterior, Maritza tuvo que regresar a Chile, pero no ha podido validar sus títulos universitarios. Y desde hace un año, se dedica a venderles el pan a todos los porteños que viven en Pacífico.
La partida
"Me fui por trabajo, a los 22 años, sola, porque trabajaba para AFP Habitat y me gané un premio por ser la mejor vendedora de Chile y me mandaron a México a abrir las Afores allá, que son las AFP de aquí. Me fue muy bien, pero tuve la oportunidad de estudiar Medicina allá y por eso hoy en día soy coloproctólogo y endocirujano", comienza a relatar la mujer, apoyada en el mesón del negocio.
Como la Medicina era su vocación, la porteña, que se nacionalizó mexicana, dejó su trabajo y se dedicó a ejercer. Fue así como llegó al servicio de Salud de Zacatecas, en donde incluso llegó a ser directora.
"Fui directora del área de investigación médica del servicio de Salud de Zacatecas, pero desde que volví, se me han puesto muchas trabas para poder revalidar mis títulos en Chile (...) Yo tengo muchas cosas que enseñar, daba clases incluso allá ¿y por qué acá a uno no le pueden dar la posibilidad?", se cuestiona la mujer.
"El servicio de salud, donde yo trabajaba, me tuvo que comprar el pasaje para poder volver a mi país, porque como decía, yo vivía sola. Me amenazaron de muerte... y lo lamenté, porque sinceramente, yo no me quería venir a Chile. Y con lo que me pasa ahora, menos ganas dan", comenta la señora, con un dejo de pena.
Sus títulos
Cuando la porteña volvió, lo hizo con la esperanza de seguir trabajando como médico. No obstante, en ninguna parte le quisieron aceptar sus títulos mexicanos.
"Toqué puertas en todas partes y me dijeron que no. Hasta me utilizaron... hubo una polémica muy grande, de una paciente que se llenó de escaras, que son úlceras y los familiares quisieron demandar al hospital cuando justo estaba recibiendo la subdirección de los servicios de Salud, una doctora que estaba en el Pereira, quien me dijo: "Doctora, ¿y usted en este caso qué haría?" y le comenté y le dije hasta dónde podía comprar los productos. Por esto, yo les dije que por qué no me daban la oportunidad aunque sea un mes para demostrar lo que yo sabía, pero no se dio la oportunidad", suspiró la mujer.
Los días pasaron y llegaron las necesidades. Por ello, la médico tuvo que buscar cualquier trabajo para poder subsistir, hasta que llegó al minimarket "Irina".
"No es que mire en menos este trabajo que esté realizando, para nada, porque todo trabajo es digno, pero uno tiene la vocación y quiere trabajar en lo que estudió. Allá en Zacatecas no era mucho lo que ganaba, pero me encantaba trabajar en la Medicina, realmente quiero que se me de la oportunidad aquí", manifiesta Arellano.
Médico en negocio
Es tal el fervor que la mujer siente por sus profesiones, que un día quiso pedirle ayuda a un candidato presidencial. "Yo quería decirle esto al candidato Marco Enríquez- Ominami, por la razón de por qué uno tiene que ser profeta en tierras ajenas, que con tanto esfuerzo uno estudia en el extranjero, y él es un exiliado, pero no se dio la oportunidad... no sé qué va a pasar más adelante, pero espero encontrar la forma de validar mis títulos, porque yo estudié para trabajar", agrega.
De todos modos, la señora Maritza no se desanima y vez que puede, ejerce en el mismo minimarket.
"Alguna vez estuve en Laguna Verde, con el caballero de una panadería, en donde trabajé por un año y tres meses antes de llegar aquí. Y la gente que sabía mi historia, iba y me preguntaba los diagnósticos", señala la médico.
La vocación de Maritza es tal, que a algunos de los caseros que van a comprar y le solicitan su ayuda, los llama "pacientes". Para ella, esto es muy importante, porque le ha sucedido que los porteños vuelven a agradecerle, porque efectivamente el diagnóstica era como ella había dicho.
"Tuve un caso de una paciente, que le decían que era un absceso, pero yo le dije que era una hernia encapsulada y luego, cuando fue a un médico privado, le dieron ese mismo diagnóstico", confesó orgullosa.
Especialidad
Desde entonces, varios porteños llegan a preguntarle por sus malestares y posibles operaciones. "Vienen para acá y los examino por vocación... porque uno no mira la parte económica. Uno quisiera ayudar a tanta gente, pero está la traba de los títulos", reitera.
"En Chile hay pocos coloproctólogos y endocirujanos, entonces, más la vocación, uno se siente frustrado como profesional. Yo no me quería venir de México, estaba bien allá, pero se dio esta situación incómoda y son las pruebas que tiene la vida", manifiesta Arellano.
Respecto a un posible regreso a México, la médico no tiene miedo, pero sí molestia por toda la burocracia que tendría que pasar.
"No tengo miedo de que me reconozcan, pero yo tuve que renunciar a mi nacionalidad mexicana, entonces para mí sería un montón de burocracia de nuevo para hacer mis papeles y todas mis cosas. Tuve que hacer eso para que los narcos no me pillaran que me había venido. Porque ellos, en ese medio, se mueven con mucho dinero y todo lo saben. Pero vivo en paz, que eso es lo importante", sentenció la médico, que ahora tiene que vender pan.