Yo te escucho gratis,
hace seis meses teodoro chaigneau decidió sacar un par de sillas a la calle y recibir a quien quisiera contarle una historia amorosa. esta es la suya.
El sábado 1 de junio Teodoro Chaigneau tomó una decisión: ya no iba a pensar más en sus penas de amor y se iba a dedicar a escuchar las de los demás. Justo en esa época había terminado una relación amorosa y vio en Facebook que alguien en Brasil salía a la calle a escuchar a la gente. Quiso hacer lo mismo y así es como ha pasado casi seis meses instalando cada sábado una mesa y un par de sillas afuera de su local de ropa -que trae desde oriente- en Santiago, para escuchar a extraños hablar de amor. A pesar de que siente que de verdad puede ayudar a los demás, no es pura filantropía lo que lo mueve, también lo hace "por utilidad personal, porque uno no hace nada sin un beneficio personal", dice. Pero no cobra. Santiago no es una ciudad hostil, reflexiona "pero no es la ciudad más amable del mundo". Para él la gente enamorada necesita ser escuchada. Asegura que hay una fase obsesiva del amor que "latea" al resto. Y ahí está él, con su mesa, dispuesto a escuchar a los lateros enamorados.
Y así le ha llegado de todo. Gente joven, vieja, gay y heterosexual. Gente feliz, gente que sufre, gente que podría estar loca. Todos quieren hablar de amor. Teodoro aclara que no es un terapeuta, le carga la palabra. "Ni siquiera sé si habré ayudado a alguien o no, pero siempre creo que el calor humano contribuye a que la gente mejore", dice mientras enciende un nuevo cigarro, justo después de haber apagado otro. Tiene las uñas largas, como quien toca guitarra, y anda con una cajita de fósforos con una foto de Pamela Anderson. Bajo una chaqueta oscura, se ve una camisa morada, como esas de la India que vende en su tienda.
Enamorado del amor
Teodoro tiene 59 años, el pelo cano y varias historias de amor. La primera comenzó en 1975, cuando tenía 21 años y se casó por primera y única vez en su vida. De la noche de bodas recuerda que la pasó bajo la escalera de un edificio. Se casó con una ecuatoriana que conoció en una residencia universitaria donde vivía en Ecuador. Estaba en una parada en medio de un viaje por Latinoamérica, pero conoció una mujer y comenzó un nuevo viaje: uno acompañado. Se conocieron cuando Teodoro, que estudió pero no terminó filosofía y literatura, repartía poemas de puerta en puerta. Un día lo echaron de la residencia donde vivía y se fue a la casa de la que fue su mujer. Cuenta que ella se iba a casar con un gringo que la había ido a buscar en un avión construido por él, como en las películas, pero que ella lo dejó y eligió irse con el entonces poeta chileno. "Era presente absoluto, no había ninguna proyección de futuro. Yo estaba de paso, pero puestos contra la pared tuvimos que casarnos". Estuvieron juntos cinco años, viajando. Así terminaron en Chile, donde ella se quedó y se volvió a casar. Hoy son muy amigos y tienen un hijo.
A pesar de su separación, Teodoro es uno de los últimos creyentes en el amor para toda la vida. "No es lo más común", piensa, pero sí o sí existe. Y no sólo existe el amor eterno, la buena nueva sigue, porque todos tenemos un gran amor, asegura. "Yo creo que el amor es la última utopía. Es la última imagen de perfección absoluta que mucha gente tiene y quien no está enamorado aspira a enamorarse".
-¿Cambia el amor con la edad?- pregunta muy conmovido El Rayo.
-Yo supongo que sí, hay un minuto en la vida en que todo cambia, porque hay un momento en que simplemente no hay tiempo. A los 20 o 30 tú pues dejar morir un amor, dejarlo pasar tranquilamente. Pero después es ahora o nunca. Te miras más profundamente, te dejas menos arrastrar por la inercia.
-¿El amor es la felicidad?
-Afortunadamente sí, yo creo que no hay mejor manera de estar en este mundo que estando enamorado. Y puede ser todo lo contrario, si hay una idea de paraíso es porque hay una idea de infierno, y esa es una idea real. No se me ocurre una mejor manera de estar. Yo creo que lo único que puede ser equivalente es cierto grado de vocación religiosa, quizás hace 30 años la política, pero eso hoy no existe. Yo creo que el amor subsiste como una idea absoluta.
Morir de amor
Morir de amor
"Murió de amor", enter. Y ahí, en Google, más de 10 millones de resultados ¿10 millones de muertos de amor? No, varias letras de canciones, poemas, la canción de Perales interpretada por el Bosé de las mallas colorinches, esa que dice "despacio y en silencio sin saber", y alguna que otra historia de gente que jura haber conocido a un verdadero mártir del amor. "Morir de amor es una expresión absolutamente real, la gente se enferma por la carencia de amor".
Al final Teodoro es un enamorado del amor, no discrimina el tipo de amor porque para él "el amor es entre las personas". "Yo no creo en la gente que se enamora todos los días", dice. El amor es la tierra prometida, la idea de absoluta perfección. "El amor nos puede hacer mejores personas, pero también hacernos pedazos". Y esa frase recuerda las letras de Ian Curtis, de Joy Division, "love will tear us apart". Y ahí quedamos como víctimas, porque "el amor es inevitable" y es el "más alto grado de incertidumbre que uno puede tener en la vida".
-¿Se puede vivir sin amor?
-Sí, pero ¿cómo? Se sobrevive, pero yo creo que no amar es gravísimo. En el amor tú estás muy expuesto. No todo el mundo es capaz de enamorarse, de darse y ser generoso. No se ama muy bien hoy en día, no todos tienen idea acerca del amor. Está todo el mundo está muerto de miedo, todo el mundo presiente que es un alto nivel de exposición y que lo pueden terminar pasando mal.
-¿Qué mata al amor?
Todo, la vida. Se ríe "todo confabula contra el amor", concluye seguro.
Teodoro prende un cigarro más, fuma y conversa, a veces se ríe y se toma el tiempo para reflexionar sus respuestas. ¿Si hay una canción de amor perfecta? "Sí", responde sin dudar y recuerda el matrimonio de unos amigos de avanzada edad en que tocaron Volver a los 17, de Violeta Parra. "El amor al malo lo vuelve bueno", dice la canción, esa frase le hace sentido a Teodoro, que es un creyente. ¿Ustedes se han enamorado?, pregunta, y vuelve a lo que quiere hacer, escuchar sobre el amor de los otros.
"Ni siquiera sé si habré ayudado a alguien o no. pero siempre creo que el calor humano contribuye a que la gente mejore"..."El amor nos puede hacer mejores personas, pero también puede hacernos pedazos".