El caso del hombre que se acuesta con una duende
En Ecuador habría aparecido una corriente literaria: el erotismo mágico.
Esto ocurre en un costado de la selva ecuatoriana, en el cantón Simón Bolívar, una zona llena de montañas. Ahí vive un campesino llamado Albino Cruz. El señor Cruz es un caballero silencioso que días atrás abrió la boca y espantó al mundo. Albino Cruz dijo que hace treinta años tiene relaciones sexuales con una duendecilla.
Según Albino Cruz la duendecilla es sumamente agradable. Mide 80 centímetros, tiene el pelo rojo, la piel blanca y unas orejas puntiagudas que son evidentemente propias de un duende.
"Se me apareció un día en que yo estaba jugando a las escondidas", señaló el señor Cruz. La noticia, primero, espantó a Ecuador; luego sorprendió al planeta. La reprodujeron diarios convencionales de España y América.
El señor Cruz afirma, sin carcajada alguna, que la duendecilla se presenta ante él en periodos de luna llena. Entonces, arrebatados por una mágica lujuria, proceden a fogosos encuentros sexuales. El señor Cruz, incluso, mostró a un fotógrafo dos mordidas calientes que le propinó la duendecilla. Lo triste es que un día Albino Cruz se casó con una campesina y se precipitó la tragedia: la duendecilla enloqueció de celos.
"Empezó a atacar a mi mujer", dijo preocupado. "Le dejó moretones en las noches". Le hicieron más preguntas y Albino Cruz, con lágrimas e impotencia, gritó desesperado: "¡Ella sólo quería sexo!". Luego le preguntaron por qué la hermosa duendecilla lo había elegido a él. Cruz no demoró: "Le gusto porque soy velludo". Y mostró una panza lampiña. "Me depilé para espantarla", agregó.
El caso ha generado un debate en Ecuador: ¿Albino Cruz está loco o es un incomprendido? ¿Albino Cruz quiere prensa? Pero también están los otros: ¿Y si fuera verdad? ¿Y si las duendecillas son excelentes en la cama? En fin. Que crea el que quiera creer.
Expertos en erotismo mágico han señalado que alguna de las fórmula para espantar a una duendecilla con perfil de ninfómana es sacarse todos los pelos del cuerpo. Y otra fórmula aún más fuerte es servirse un plato de galletas untadas con caca. Albino Cruz, lógicamente, se niega a comer ese menú.
El antídoto