El promedio de mujeres a nivel mundial que están teniendo hijos a edad más avanzada, es una realidad que no podemos deconocer. En Chile, si hace dos o tres décadas era común que ellas terminaran su enseñanza media y de inmediato pensaran en casarse, hoy está lejos de ser la tónica. Ahora las mujeres están cada vez más insertas en el mundo laboral y buscan realizarse en esa área. Por ello, muchas veces la maternidad es postergada hasta tener una mayor estabilidad económica y un mejor puesto de trabajo.
Cuando dentro de los planes de ellas está ser madres, no se puede desconocer que esa decisión tiene también su lado negativo, ya que es una realidad que, a medida que se tiene más edad, las posibilidades de tener hijos van descendiendo paulatinamente.
En ese sentido, acudir a la fertilización in vitro es un camino que las mujeres y sus parejas están siguiendo con mayor frecuencia.
Para disminuir la posibilidad de que los embriones que posteriormente serán implantados tengan anomalías, existe el Diagnóstico Genético Preimplanatacional (DGP). Con el objeto de confirmar su efectividad, por primera vez en Chile, la Clínica IVI Santiago realizó un seguimiento de los casos de fertilización in vitro que realizaron adicionalmente Diagnóstico Genético Preimplantacional a los embriones, es decir, antes de ser transferidos al útero materno.
El estudio consideró todos los procedimientos realizados entre 2013 y 2016. El trabajo arrojó, entre sus principales conclusiones que su uso aumenta la tasa de embarazo y a su vez refleja el progresivo aumento del número de embriones con dotación cromosómica anormal conforme aumenta la edad de la mujer, siendo un 34% en mujeres menores de 35 años y un 74% en mujeres mayores de 40 años.
¿Cómo se hace?
El DGP consiste en la identificación de embriones génica y/o cromosómicamente normales antes de su transferencia al útero. "El DGP involucra tres tipos de procedimientos. En el primero de ellos se estudian alteraciones de un solo gen en los embriones de parejas portadoras de enfermedades monogénicas; en otro se estudian alteraciones estructurales de algún cromosoma en los embriones de pacientes portadores de ellas; y el tercero es el Cribado Genético Preimplantacional o PGS (por su siglas en inglés, Preimplantation Genetic Screening). En este útimo se estudia la presencia de anomalías en la dotación total de cromosomas en embriones de pacientes con un riesgo teórico aumentado de alteraciones cromosómicas en sus embriones.
Marcela Calonge, directora del Laboratorio de IVI Santiago, "el objetivo del estudio de enfermedades monogénicas o de las alteraciones estructurales de algún cromosoma es evitar la transmisión de alteraciones genéticas de pacientes portadores a la descendencia. Por otra parte, el PGS es un screening, con éste se busca aumentar la probabilidad de embarazo y/o disminuir la probabilidad de aborto en las pacientes sometidas a este tratamiento, ya que la mayoría de las alteraciones en la dotación cromosómica embrionaria no son compatibles con las vida".
El Diagnóstico Gnético Preimplantacional se aconseja para aquellas parejas que posean antecedentes de enfermedades monogénicas y las alteraciones cromosómicas estructurales. Asimismo, el Cribado Genético Preimplantacional está indicado en casos de edad femenina avanzada, abortos previos, fallo repetitivo de implantación en ciclos previos de Reproducción Asistida y factor masculino severo de infertilidad.
La aplicación de esta procedimiento en la fertilización in vitro aumenta la tasa de nacimientos de hijos sanos, sobre todo en mujeres mayores de 40 años.
Mirian Mondaca Herrera
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