Sebastián Paredes Contreras

El martes pasado el calor en la ciudad de Quilpué era cosa seria. Los termómetros marcaban 30 grados y Rodrigo Astudillo, un joven con síndrome de Down, de 32 años, ya no daba más de calor.

Su madre, Patricia Riveros, le propuso que bajaran a la piscina del condominio Casas de Valencia, en Quilpué, lugar en donde viven hace más de 20 años.

"Yo le dije que fuéramos a la piscina y pensé que me diría que no, pero me dijo que sí de inmediato. Lo que pasa es que hacía mucho calor y era insoportable", señaló Patricia en conversación con el diario La Estrella de Valparaíso.

Raudamente Rodrigo se puso traje de baño y agarró su toalla para emprender rumbo a la piscina. En el lugar había otros niños con sus madres bañándose para apagar un poco la ola de calor que se sentía en la zona.

Con la misma intención, Rodrigo, quien ha participado en dos oportunidades en las Olimpiadas Especiales y el año pasado ganó un campeonato de surf en Pichilemu, se metió a la piscina.

Pero cuando Rodrigo ya se había lazado al agua, la encargada del lugar se acercó a Patricia y le dijo que debía sacar a su hijo del agua.

"Ella se acercó y me dijo que Rodrigo no podía estar ahí. Le pregunté por qué y me dijo que era porque estaban los otros niños en el agua", señaló la madre de Rodrigo, visiblemente afectada.

La mujer agregó: "Le dije que me extrañaba la situación, porque con Rodrigo hemos vivido muchos años aquí y nunca habíamos tenido un problema. Después insistió en que sacara a mi hijo del agua y me dijo que no lo llevara más a la piscina".

Para Patricia, lo más triste de esta historia vendría pocos segundos después. "Yo pensé que Rodrigo no se había dado cuenta, porque él se metió, se bañó un rato y de ahí salió. De ahí fue donde estaba yo conversando con esta persona y me dijo que se metía una vez más y se salía altiro. Cuando se metió de nuevo las madres que estaban con sus niños en la piscina los tomaron y se los llevaron", señaló Patricia.

El camino de vuelta a su departamento fue en un silencio sepulcral. Patricia y Rodrigo no pronunciaron ni una sola palabra y al llegar a su hogar, el joven, quien además es acólito en la parroquia sagrado Corazón de Jesús en Quilpué, se encerró en su pieza.

Hasta el día de hoy a Rodrigo no le cabe en la cabeza lo que ocurrió durante la jornada del martes en la piscina. "Fue penca, súper penca. Me sentí mal", nos dice, mientras abraza a su madre tratando de reconfortarla.

Rodrigo es bastante conocido en el condominio y por eso mismo a su madre, quien es profesora y le hace clases a adultos con síndrome de Down, le extraña la situación vivida.

"Vamos a tomar acciones legales (ver recuadro). Hemos hecho una fuerte campaña a través de redes sociales porque estos casos de discriminación no pueden seguir ocurriendo. Además en el mismo reglamento del condominio dice que todos los propietarios o arrendatarios pueden hacer uso del espacio público, en ningún lado dice 'menos la piscina'", señaló Patricia al diario la Estrella de Valparaíso.

Condominio

Margarita Salas es la presidenta del Condominio Casas de Valencia de Quilpué. Con respecto a la situación vivids por Rodrigo y su madre, señaló que "la señora solicitó el ingreso a la piscina y la encargada le explicó que era para niños más pequeños, porque Rodrigo tiene alrededor de 30 años, pero su mentalidad es de un niño. La encargada, comprendiendo el caso, los dejó entrar. Sin embargo cuando las otras madres vieron al niño dijeron: 'nos vamos'".

Agregó que "la administración nunca se ha negado a que ingrese, pese a que él no reúne los requisitos de tener hasta 15 años. El joven no los reúne porque tiene más edad, pero su condición mental sabemos que es inferior, pese a eso se le dejó ingresar, pero a las otras personas que estaban en la piscina nosotros como administración no las podemos controlar".

Margarita Salas señaló además que no tiene conocimiento con respecto a la solicitud de la encargada de la piscina de que Rodrigo no vuelva a hacer uso de ella.