La mente es una celda

Desde que se publicó su libro debut "Cielo negro" (La Calabaza del Diablo, 2011), el guionista Simón Soto (1981) logró lo que para muchos escritores es una de sus principales metas: hallar una voz propia. Y es que en la tonalidad de su narrativa se evidencia que quien escribe posee experiencia en la elaboración de guiones, lo que le permite (re)crear mundos en donde la ficción se presenta como un laberinto psicológico y en donde son los personajes son quienes guardan los enigmas de la trama. En su última entrega "La pesadilla del mundo" (Ed. Montacerdos) se refuerza esta idea. Aquí Soto nos presenta un volumen de siete relatos en donde el eje central gira en torno al miedo. El horror plasmado por el autor se devela como un manto oscuro que todo lo cubre y en donde los mundos interiores conservan la llave para desenredar la madeja y hallar el camino para escapar del pavor que envuelve todo como una espesa bruma gris.

Desde el primer relato "Madre", nos encontramos con una fuerza omnipotente. Siempre al acecho. Es la figura materna la que encarna el mal travestido como cariño y preocupación. "Matar a los niños" es uno de los cuentos en donde la violencia y el abuso de poder se hacen presentes con una brutalidad que de momento llega a desesperar. Quizá el mejor texto del volumen sea el homónimo "La pesadilla del mundo" que funciona como una nouvelle con una gran imaginaria. Aquí la espesura y grandilocuencia del mar simbolizan el receptáculo de toda la maldad del universo, de todos los misterios que jamás podrán ser descubiertos, donde el manto que todo lo cubre es el horror generado por el hombre. En estos siete breves pero intensos cuentos Soto consigue, a través de una prosa ágil, pulcra y fotográfica, atrapar al lector y sumergirlo, como una inmensa medusa que succiona, al horror y el miedo. "La pesadilla del mundo" es un libro depuradamente urdido y del cual es muy difícil desprenderse, ratificando que la afilada pluma de su autor logra lo que quizá más mérito inviste: adquirir un color propio y lograr una única identidad.