Cinthia Matus O.
Con un mensaje escrito a mano en un reciclado pendón de color blanco, Víctor Bustamante, dueño de la librería "Ivens", le dijo "me voy" a los porteños. Y no a otro local como sucedió cuando se trasladó desde la Plaza Aníbal Pinto a la Subida Almirante Montt, sino que para siempre.
El locatario, que ha intentado por años mantener vivo el legado de uno de los comercios más antiguos de la ciudad (desde 1891), lamenta la decisión, pero confiesa que ya no da para más. "Ha sido una muerte programada por una sumatoria de cosas. Varios locales patrimoniales se han ido cerrando y yo sólo estaba sobreviviendo por un departamento que vendí. La gente no compra libros, dice que es el impuesto, pero eso no es tanto... simplemente no hay interés y la librería ya ha cumplido un ciclo", manifiesta dolido.
Lugar para compartir
Víctor recuerda que cuando estaba en la plaza, le ayudaba mucho la afluencia de transeúntes. "Unas cinco mil personas pasan diariamente por ahí y eso pesaba. Luego falleció el dueño del edificio y su sobrina junto a sus hermanos quisieron venderlo. Lo compró un empresario porteño y me dijo que si me quería quedar, el arriendo era de 2 millones y medio. Yo pagaba 600 mil, así que imposible quedarme ahí", sostiene.
Ahora, pese a que las ventas iban en decadencia, el comerciante asume que lo que más le duele de esto, son los momentos que compartía con la gente. "Más que librería, éste era un espacio de reencuentro. Podía venir un músico y después un escritor y yo los presentaba para que siguieran hablando. Otras veces, los clientes se sentían tan cómodos acá, que me pasó que cerraba tarde, bajaba las cortinas y con un vino seguíamos compartiendo", destaca.
Víctor se quiebra un poco y comenta quehasta los extranjeros amaban a la Ivens. "Dentro de esos momentos especiales, siempre recuerdo con aprecio a un astrónomo mexicano que trabajaba en Santiago, pero que se alojaba en Valparaíso. Estuvo durante un mes viniendo a conversar conmigo porque le gustaba la librería. Eso para mí fue súper importante porque realmente hablábamos de todo... desde la creación del universo, Jesucristo, hasta Bonvallet", indica.
Grandes descuentos
Por todo lo anterior, el vendedor ha decidido despedirse con ofertas. "Estoy vendiendo todos los libros con un 50% de descuento y menos, de aquí a fin de mes. Es decir, hasta dos sábados más", asevera.
- ¿Y si no vende todo?
- Bueno, siempre hay gente que necesita los libros. Así que no va a faltar la biblioteca o la escuela que los requiera, ¿para qué voy a querer 10 libros de una misma cosa?.
Respecto a su futuro, el porteño se relaja. "Quiero volver a mis raíces del campo. Tengo 65 años y ya es hora de descansar. Quiero armar un circuito de trekking y de mountain bike en Melosilla, cerca de Tunquén y recibir a extranjeros o a todos los que quieran ir", expresó.
Los porteños que a estaban presentes en la librería también lo lamentaban. "Es una pena porque es una librería reconocida en todo Valparaíso y que se cierre denota en qué se está convirtiendo nuestra cultura. Se cierran las librerías y se abren puros negocios de compras y cada vez nos volvemos más materialistas, dejando de lado la educación y la cultura", opinó Katerina Sagredo, una joven del cerro Polanco que recién se enteraba de la noticia.