Cuartelero sería la segunda víctima fatal del 21 de mayo
Viuda denuncia que conductor de la 12° compañía porteña aspiró gases tóxicos en los incidentes, patología que no fue tratada a tiempo y derivó en su deceso.
No hay consuelo para Norma Vergara, quien ayer tuvo el día más aciago de su existencia, al despedirse para siempre en el cementerio de su amado esposo.
Su marido por 17 años fue Francisco Antonio Puyol Sepúlveda, que estaba próximo a cumplir 60 años. Toda su vida estuvo ligado al Cuerpo de Bomberos, donde se desempeñó como conductor-cuartelero en unidades de Viña del Mar, y desde hace 11 años en la Duodécima Compañía, Bomba Suiza ubicada en la Marina Mercante de Playa Ancha.
Su cónyuge señala que pese a que el trabajo era desgastante por los turnos y salidas a los llamados, Francisco cumplía fielmente con su labor con una sonrisa a flor de piel. Gozaba de buena salud, salvo dolores en sus articulaciones óseas. Norma recuerda que el pasado 21 de mayo su esposo acudió a combatir el siniestro del edificio del concejo municipal en el marco de las protestas callejeras. Estaba operando el Cuerpo de Bomba, distribuyendo la tiras con que operan los voluntarios, en calle Las Heras. "Pasaron zorrillos que lanzaron gases tóxicos y al lado de su carro tiraron una bomba lacrimógena, todo lo que fue inhalados por mi marido y otro bombero".
Siguió la jornada
Agrega que gente de prensa le convidó spray para los ojos, pero que por la adrenalina del momento y el amor por su trabajo, Francisco siguió la jornada de manera normal y después se retiró a su hogar. Al día siguiente evidenció problemas respiratorios, con una tos permanente. Entonces el lunes acudió hasta la posta donde recibió una atención primaria sin mayores exámenes, y lo mandaron de vuelta a su domicilio.
Como las molestias persistieron, dos días después retornó al servicio de urgencia del Carlos Van Buren, donde le practicaron radiografías. "Allí se demostró que tenía problemas respiratorios. Presentaba una inflamación de la tráquea y otra dolencia en los pulmones, por lo que le extendieron una licencia de tres días".
Ella quería que Francisco se atendiera en un centro de salud más especializado como el IST, considerando que sus problemas se suscitaron cuando trabajaba en la emergencia del 21 de mayo. "Mi marido se comunicó con sus superiores que le respondieron que no correspondía, ya que debió haberse atendido de forma inmediata tras los incidentes del 21 de mayo. Pero en su caso fue un problema respiratorio que se fue dando de manera progresiva en el tiempo".
Finalizada la licencia médica, el cuartelero prosiguió con su tos convulsiva y dolores musculares, principalmente la espalda. Norma asegura que le otorgaron una nueva licencia, pero por sus problemas a las articulaciones. Se mantuvo en su residencia ubicada al lado del cuartel, donde cuidaba a sus perros "Coco" y "Simón" y su gato "Lucas". Fue en este lugar que el pasado fin de semana, cuando estaba solo, su salud colapsó. Ante su prolongada ausencia su esposa alertó a bomberos de la compañía. Ella acudió presurosa y afuera encontró bomberos, ambulancia y carabineros. Adentro, en una habitación, yacía el cuerpo sin vida de Francisco Puyol. Las pericias preliminares descartaron la intervención de terceros. "Dijeron que fue un problema cardiaco y no lo creí porque era sano del corazón. Yo sabía de sus problemas respiratorios", comenta Norma, que reconoce estaba reacia a que le practicaran una autopsia pero ésta se llevó a cabo.
"La autopsia arrojó que Francisco tenía líquido y trombos en los pulmones, producto de la inhalación de gases tóxicos. Se confirmó lo que siempre sospeché y dije, que mi marido era una víctima más de los incidentes del pasado 21 de mayo. Es un gran dolor para mi porque me dejó sola y no sé vivir sin él", indica entre lágrimas.
Ayer en la tarde, con el apoyo de sus camaradas bomberos, en una emotiva ceremonia el conductor- cuartelero fue despedido con todos los honores en el parque del cementerio N°3 de Playa Ancha.